ANÁLISIS
Mal olor
Han pasado dos días y aún retumba la frase del todavía director deportivo del F.C.Barcelona sobre la destitución de Valverde “Son cosas que yo, como ex jugador puedo oler” soltó Abidal en Sport, sin olerse ni remotamente lo que esa perla iba a desencadenar en su plantilla y especialmente en su capitán, Leo Messi.
Al conocer la furia de Leo vía Instagram, esa red social que hasta el martes uno asociaba solo a la felicidad -hasta en eso Messi ha roto los esquemas- quien más y quien menos imaginó que Bartomeu bajaría la guillotina sobre la cabeza del francés, asustado ante el cabreo de su estrella. Pero en realidad no podía hacerlo. Hubiera sido la mejor prueba de lo que Messi pretende desmentir, su poder dentro del club. Y encima hubiese dejado al debilitado presidente sin escudo, destituido Valverde y con el cuarto director deportivo de su mandato fuera.
Es interesante repasar la evolución de Bartomeu en sus años como presidente del F.C. Barcelona y cómo ha manejado el área deportiva del fútbol. Siendo vicepresidente deportivo con Rosell, Bartomeu accedió a la presidencia tras la renuncia de Sandro en enero de 2014, con Andoni Zubizarreta de director deportivo. Zubi involucró a Barto en la sanción FIFA en unas declaraciones en Canal+ en Anoeta.
Destitución de Zubi
Doce horas después era destituido fulminantemente. Fue el año del triplete, y Bartomeu no tuvo prisa por encontrar sustituto a Zubi. Montó una comisión deportiva en la que participaba él mismo y Ariedo Braida, a quien fichó como responsable de fútbol internacional y que acabó demandando al club 5 años después pasando sin pena ni gloria.
Pep Segura fue nombrado manager general deportivo en 2017, mientras Robert Fernández ejercía de director deportivo. Solo coincidieron un año, club no renovó al valenciano sin explicar los motivos. En verano de 2018 aterrizó Eric Abidal. Un año después, Jordi Mestre, vicepresidente deportivo dimitía de forma irrevocable, asumiendo sus funciones directamente el presidente.
Más allá de negar hasta el final la marcha de Neymar, invertir cantidades desorbitadas en fiascos como Coutinho y Dembelé, recibir sonoras negativas como la de Carles Puyol o retransmitir en directo contrataciones frustradas, como la última de Xavi, la responsabilidad del presidente ha aumentado de forma directamente proporcional a la caída de sus paraguas. Ya no está Zubi, ni Valverde, ni Segura, ni siquiera el ingénuo Jordi Mestre. Podríamos hasta creernos que fue Xavi quien filtró el viaje de Oscar Grau y Abidal a Doha. Pero la deriva deportiva del Barça, con Bartomeu al mando y Abidal herido de muerte, lo que huele es a bomba fétida.
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