análisis

Tolerancia cero de 'atrezzo'

Tras los insultos racistas contra Iñaki Williams, del Espanyol se espera contundencia, con palabras y con hechos

Iñaki Williams escucha cánticos racistas de la grada del RCDE Stadium.

Iñaki Williams escucha cánticos racistas de la grada del RCDE Stadium. / periodico

Sònia Gelmà

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Tolerancia cero es uno de esos conceptos que les encanta utilizar a nuestros dirigentes futbolísticos. Aparece en cualquier discurso que se precie para transmitir una imagen de dureza contra cualquier tipo de violencia. También contra el racismo, la xenofobia o el machismo. Hasta que hay que demostrarla.

Porque si cuatro indigentes mentales se dedican a insultar a Iñaki Williams por ser negro, entonces la tolerancia cero pasa a ser de grado cuatro: "Eran solo cuatro". Al final fueron 12, pero sí, es una suerte que la estupidez humana no se extendiera a toda la gradería. El primer mensaje que se espera de un club es que sea contundente, y que actúe con la misma vara de medir que juzga a los energúmenos de otros clubs. Como han hecho muchos de sus aficionados, avergonzados ante la limitación neuronal de esos cuatro o doce que se refugian en el fútbol para descargar sus frustraciones vitales.

Del Espanyol se espera contundencia, con palabras y con hechos. Se espera indignación porque alguien se disfrace de seguidor para comportarse como un racista. Se le supone que más allá de la condena que indica cualquier manual de comunicación, remueva cielo y tierra para poder anunciar lo antes posible que esos pseudoaficionados serán expulsados. Porque cuando se condena, pero a la vez se advierte que solo eran cuatro, que no eran de la grada de animación y que verán lo que permite el protocolo, el mensaje queda difuminado ante el interés por salvar la cara.

Lavarse las manos

El Espanyol denunció los cánticos intolerables que se produjeron en el derbi de filiales por parte de unos 50 inadaptados. Sin embargo, ese mismo fin de semana, la Liga denunció que en el derbi de Cornellá se había repetido, en dos ocasiones, ese cántico homófobo, machista y racista de un sector de unos 500 aficionados —esta vez no fueron cuatro– contra Gerard Piqué. La tolerancia cero pasó a ser esta vez tolerancia dos.

Pero ningún club se libra de la tibieza. Sin ir más lejos, cuando al portavoz del Barça le preguntaron este sábado por los incidentes en los alrededores de Mestalla, su primera reacción fue la de lavarse las manos. El Barça no les había dado entradas y tampoco era responsable porque había pasado fuera del estadio. Y es cierto, pero una vez más, el acto reflejo es el de "yo no he sido".

Tampoco se salva la Liga, que tras años de presentar denuncias ante la Federación sobre los cánticos ofensivos que hay en los campos cada fin de semana, se ha dado cuenta ahora de que algo no está funcionando. Y menos inocente aún es la Federación, la que guardaba las denuncias en el cajón para no enfadar a los clubs, que no quieren sanciones ni cierres de gradas.

2020. Y aquí seguimos, esperando.