Acuerdo de presupuestos

La foto del oasis barcelonés

Venimos de una etapa donde la política, a todos los niveles, era tensa, llena de reproches y trincheras. Y de pronto no solo se aprobará el presupuesto sino que parece que hay ganas de entenderse

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Eva Arderius

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La foto para anunciar el acuerdo del presupuesto del Ayuntamiento de Barcelona lo decía todo. Se hizo en el Saló de Cent, la alcaldesa Ada Colau llegaba sonriente, el socialista Jaume Collboni sacaba pecho y avanzaba hacia el atril decidido y satisfecho, el líder de Esquerra Republicana, Ernest Maragall, se colocaba bien derecho para salir bien en la foto, justo al lado de la alcaldesa. La líder de Junts per Catalunya, Elsa Artadi, la última en sumarse al acuerdo presupuestario, también era la última en situarse en su sitio. Lo hacía discretamente y al lado del republicano.

Artadi ha tenido que decidir, y no debe haber sido fácil. Quizá por eso la líder de Junts per Catalunya era la que menos alegría expresaba. Artadi tiene los mismos motivos para estar contenta que para no estarlo. Sumarse al acuerdo le da cierta relevancia, pero le dificulta hacer oposición. Sumarse al acuerdo le permite incluir algunas de sus propuestas en las cuentas municipales, aunque, si funcionan, las rentabilizarán los otros y beneficiarán al gobierno.

Había dos posibilidades, dos fotos, dos tripartitos. Artadi podía sumar con el tripartito de izquierdas o con el tripartito de derechas, el que forman el grupo de Manuel Valls, Ciutadans y PP y que no apoyan el presupuesto. Unos grupos que, ante un acuerdo tan amplio, 33 de los 41 concejales aprueban las cuentas, quedan muy debilitados. Esta foto, la de las derechas, no le suma nada a la líder de Junts per Catalunya. Artadi finalmente ha optado para situarse con las izquierdas y, de paso, desactivar una imagen, la de la buena sintonía entre 'comuns', PSC y republicanos. Artadi rompe el tripartito y lo convierte en un cuatripartito menos identificable con nada.

La pregunta es ¿cómo se ha llegado hasta aquí y por qué no se ha llegado antes? Hace unos meses, Colau tenía trabajo para incluir a un solo grupo en los acuerdos. Los consensos eran imposibles y si había alguno era entre la oposición para hacer saltar por los aires los planes del gobierno. La responsabilidad de todo esto era compartida.

Contexto propicio

Venimos de una etapa donde la política, a todos los niveles, era tensa, llena de reproches y trincheras. Y de pronto, en solo unos meses, los astros se alinean, el contexto lo propicia y Barcelona se convierte en un oasis. No solo se aprobará el presupuesto sino que parece que hay ganas de entenderse. De hecho, no había demasiada alternativa, la ciudad no podía aguantar mucho más y los ciudadanos tampoco. Algunos barrios han empezado a mostrar síntomas preocupantes. La inercia de la ciudad no lo aguanta todo. Hay que intentar resolver el problema de la vivienda y afrontar la emergencia climática. Hay que invertir. Había ganas, por parte de los ciudadanos, por parte del gobierno y por parte de la oposición. Los posicionamientos que tenían los partidos sobre el 'procés' y que servían para marcar líneas rojas se han dejado a un lado. Quizá por eso cuando Maragall, en la rueda de prensa de la presentación del acuerdo, habló de los presos políticos, Collboni miró hacia otro lado.  Y quizá por eso el socialista insistía en una idea: que cuando la mirada se centra en Barcelona es mas fácil llegar a acuerdos. Pues que dure, los ciudadanos saldrán beneficiados.