Dos miradas

Fellini, 100

Lo que vivimos quizás sea una mezcla de los ridículos y las emociones, en "el mejor lugar del mundo"

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Josep Maria Fonalleras

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El poeta que recita bajo el toldo, mientras cae un aguacero repentino, dice que "solo Dios sabe cómo, poco a poco, en algún rincón de tu cerebro, este lugar se convierte en el mejor lugar del mundo". Están en la playa de Rimini, una de esas playas enormes, desoladas, del Adriático, abierta a todas las tormentas, donde la arena percute en la piel. También de repente, se levanta un torbellino de viento y todos huyen. También la Gradisca, que se ha casado con un 'carabiniere' que va vestido de mariscal, como todos los carabineros cuando se casan. El acordeonista, ciego, no ve como todos se van. Sigue tocando el tema de 'La Gradisca si esposa e se ne va', en ese espacio inhóspito, mientras ella lanza el ramo de flores a la nada y sube al coche.

Fellini, tras las primeras proyecciones de 'Amarcord', dijo: "¿Qué es lo que conmueve, si todo es ridículo?". Nos conmovió, y aún lo hace, el tío loco que pide una mujer en el árbol; la música de 'La Internacional' desde el fonógrafo del campanario; los pechos de la estanquera; el transatlántico Rex, indiferente ante los sueños perdidos. Lo que vivimos quizás sea una mezcla de los ridículos y las emociones, en "el mejor lugar del mundo".