Dos miradas

(f.) y (m.)

Tengo claro que el masculino plural para referirse a un colectivo es una convención, no un atentado contra la igualdad

Biblioteca municipal de Les Corts.

Biblioteca municipal de Les Corts. / periodico

Josep Maria Fonalleras

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Hay quienes ven el masculino genérico como síntoma y costra del machismo que pervive, del heteropatriarcado que, a lo largo de los milenios, ha impuesto su ley no solo en la realidad sino en el código que nos permite representarla y describirla. Yo tengo claro (es una opción estrictamente gramatical) que los plurales en masculino, cuando se refieren a un colectivo que incluye señoras, señores y no binarios, no son ningún atentado contra la igualdad ni contra nada, sino una convención, una simple convención, que es así como se organizan las lenguas, gracias a las convenciones que se han establecido en el transcurso de los siglos, del habla y la escritura. No veo prejuicios morales, sino asépticas normativas. En este debate discrepo del uso del lenguaje como un arma arrojadiza cargada de connotaciones éticas.

Y ha pasado lo que tenía que pasar. Carles Riera (CUP) ha dicho que "los fascistas campan libres mientras que los cuerpos de seguridad tienen encapsuladas a las antifascistas". El masculino es el mal y el bien es femenino ¿No hay señoras o personas fascistas? Ya sé que es una batalla perdida, pero déjenme que la combata. Para evitar el disparate (m.) y la necedad (f.).