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Perder el tiempo

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Mikel Lejarza

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Desconozco si a ustedes les sucede lo mismo, pero a mí no me da tiempo para estar al tanto de todo lo que nos sucede. Porque veamos; cada semana hay varios estrenos de series que tenemos que conocer mínimamente, o de lo contrario nos quedaremos fuera de juego en la primera conversación del café de media mañana. Netflix ha hecho de su renovación constante de la oferta algo parecido a lo que Zara hace con los escaparates, y el resto de los competidores intentan seguirles el ritmo con estrenos también cada vez más abundantes. Y el número de plataformas es cada vez mayor, en breve<strong> ya se anuncia Disney+</strong>, a finales de año llegará una renovada HBO y Universal también anda dándole vueltas al asunto. En resumen, cada semana varios estrenos sobre los que es necesario tener opinión. Pero ahí no acaba la cosa, semanalmente se estrenan no menos de cuatro o cinco películas de las cuales un par siempre tiene la categoría de visión obligatoria para estar al día. Y por supuesto los libros, mantener un ritmo de una novela por semana no te convierte en un crítico literario, pero te mantiene al tanto de por dónde se mueve la más hermosa manera de contar historias que hay. Pero eso no es todo, quedan los videojuegos, un medio que persigue lo mismo pero con un lenguaje más contemporáneo que te mantiene en contacto con los tiempos que corren; o el teatro, que concita cada vez un interés mayor, sobre todo en las grandes ciudades. Hay que dejar también un tiempo para el seguimiento de la actualidad, eso que tan bien hacen en las televisiones tradicionales, las radios y la prensa, porque hay muchos asuntos controvertidos y hay que forjarse una opinión para luego decidir libremente. Añadan a todo ello los consejos médicos, hay que hacer deporte; las necesidades familiares, hay que atender a nuestro entorno más cercano; el cultivo de las amistades si no queremos acabar solos; exposiciones artísticas memorables, conciertos de música imprescindibles y el partido futbolístico del siglo de cada semana o la final de turno de Nadal, y ya me dirán ustedes cuándo queda tiempo para trabajar, atender las necesidades del hogar o simplemente descansar.

Los norteamericanos, que siempre acaban por resumirlo todo en una denominación, han inventado para describir tal situación , el término FOMO (Fear of missing out), que vendría a ser algo así como 'el miedo a perderse algo'. Y la cosa además se complica por la necesidad de viajar para conocer un mundo cada vez más global en el que lo local ya solo es la referencia única de quienes creen tenerlo y saberlo y no desean continuar aprendiendo. Así que un lío. Frente a esta realidad, ha surgido lo que se conoce como JOMO (Joy of missing out), el placer de perderse cosas. Justo lo contrario. Porque en lo que se refiere al entretenimiento, todo es pendular y lo único seguro respecto a qué color se llevará el año próximo es que no será el de este año. De ahí que con tanta oferta de entretenimiento, la sociedad se cansará y volverá a lo básico. Es decir, elegir algo o alguien que les guste y dedicarle su tiempo para no perderlo en vano.