Globos de Oro

'Go there'

Tom Hanks recibe un homenaje por su trayectoria en el mundo del cine y responde con su mejor discurso sobre el esfuerzo y la constancia que conlleva su profesión

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Milena Busquets

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El domingo por la noche se celebró en Los Ángeles la gala anual de los Globos de Oro, los premios que otorga la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood a las mejores películas, actores y directores del año.

<strong>Tom Hanks</strong> recibió el premio honorífico Cecil B. DeMille por su labor como actor a lo largo de más de 40 años de carrera. Dio, según mi opinión, el mejor discurso de la noche. Habló sobre su familia, sobre los actores y directores que le habían marcado, sobre el resfriado que arrastraba desde hacía días. Y sobre su trabajo de actor. Repitió lo mismo en tres ocasiones.  

La primera: “…en ese momento, todo el mundo tiene que estar listo para hacer su trabajo a la perfección, ponerse en su sitio y 'go there'”, que significa literalmente “ir allí”, meterse, sumergirse.

La segunda, hablando de lo mismo, del proceso de actuar, de crear un personaje, de hacer una película: “…lo único que tienes que hacer es tener todas las piezas preparadas, confiar en el proceso y 'go there'”. De nuevo la misma expresión, ir allí, entrar, meterte.

Y la tercera y última vez: “Cuando llega el momento, tienes que ponerte en tu sitio y 'go there'”. De nuevo, ir allí, meterte, entrar.

'Go there', ¡qué expresión tan extraordinaria! Eso es lo que hacen también los escritores: preparar sus instrumentos, confiar en el proceso y meterse. No es fácil, hay algo de acto de fe en toda creación. Ese 'there' (allí) nunca sabes muy bien dónde es. Al principio, durante las primeras 50 o 60 páginas, trabajas casi a oscuras. A partir de ahí, ese lugar empieza lenta y penosamente a existir. La casa empieza a tener paredes, un cielo encima de la cabeza, una tierra y un suelo debajo. No es todavía un lugar seguro, según mi experiencia nunca lo es, pero ya es un sitio que se puede visitar, no unas nubecitas pálidas y casi disueltas en medio del cielo.

Y cada mañana, después de tomar el té, de asegurarse de que los niños van más o menos vestidos de invierno en invierno y de verano en verano, uno recoge sus herramientas y se dirige hacia allí, a veces con pavor, a veces con algo parecido a la esperanza o a la felicidad. En algunas ocasiones no puedes ni entrar, como en la parábola 'Ante la ley' de la novela 'El proceso' de Kafka, que siempre he pensado que hablaba también de la escritura y del proceso de creación.

A veces pasas años y años llamando a la puerta, no son años perdidos, ¡ya es mucho estar a las puertas de algo! Mi editor Jorge Herralde lo llama “picar piedra”, es una parte esencial de la labor de escribir y de cualquier trabajo creativo.

Hasta que un día, si tienes suerte, no solo vas hasta allí. Entras.