Opinión | Editorial

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Diez años de competencias en Rodalies

Los déficits siguen existiendo, con responsabilidades repartidas entre varias administraciones

Estación de Rodalies de Plaça Catalunya, en Barcelona.

Estación de Rodalies de Plaça Catalunya, en Barcelona. / periodico

Se cumplen 10 años del traspaso del servicio de Rodalies a la Generalitat de Catalunya. Un aniversario paradójico porque junto a algunas mejoras evidentes del servicio, como su extensión a las áreas metropolitanas de Girona y de Tarragona, se ha creado un marasmo administrativo en el que demasiadas veces al usuario le cuesta dirimir la responsabilidad de las evidentes carencias e, hipotéticamente, de los logros en este ámbito. El Ministerio de Fomento sigue siendo, a través de Adif, el titular de las infraestructuras. Renfe ha seguido siendo la operadora del servicio. Y la Generalitat no ha ejercido muchas de las prerrogativas que le permitían la nueva competencia, a veces por no hacerse cargo de déficits históricos, como puede ser el caso del contrato-programa, y a veces por exceso de cálculo por el desgaste político que conlleva una gestión de este tipo. Siempre es más fácil culpar a la Administración central. Tampoco se ha querido entrar en el debate sobre un posible cambio de operador, a pesar de la buena gestión de Ferrocarrils. Justo ahora se realizará el primer ensayo en la conexión al Aeropuerto de El Prat-Josep Tarradellas.

Esta situación no puede prolongarse. El tren es la pata que falla para presentar al transporte público como alternativa  al vehículo privado en esa Zona de Bajas Emisiones que se acaba de poner en marcha en el área metropolitana de Barcelona. El tren debe ser fiable (lo es bastante, pero no suficiente), pero también debe aumentar su capilaridad y ser verdadera alternativa a otras ofertas que siguen siendo contaminantes. Es pues el momento de aclarar la situación. Hay que afrontar inversiones en infraestructuras básicas (señalización, túneles o electrificación) que son menos vistosas ante los usuarios pero que son las que pueden permitir dar un salto cualitativo a este servicio público esencial. Un salto que, además, debe tener en cuenta la progresiva ampliación del perímetro de la realidad metropolitana en Barcelona y del futuro crecimiento de Girona y Tarragona.