Vivencias y memorias

Incidentes sin importancia

Rosa Maria Sardà se adentra en 'Un incident sense importància' en la memoria familiar desde la ironía y la nostalgia, dispuesta a dibujar una sonrisa hasta en el momento más doloroso

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Emma Riverola

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Nochebuena, Navidad, Sant Esteve, Fin de Año… Todo llega así, encadenado. Cargadito de sentimientos contrapuestos. Alegría, añoranza, fatiga, ilusión. Una indigestión de turrones y emociones que no siempre es fácil de digerir, tampoco de comprender. Porque, a menudo, el día a día nos vence, y el trabajo, las responsabilidades o esa nube de inmediateces bajo la que vivimos nos impide reconocer la trascendencia. Las vivencias de hoy son la memoria de mañana. Y quizá estamos tan distraídos que ni siquiera percibimos la grandeza de los pequeños momentos.

‘Un incident sense importancia’ (Edicions 62; Planeta en castellano) es el libro de relatos con el que Rosa Maria Sardà se estrena en la literatura. Unas páginas escritas con retales de recuerdos, propios y heredados, y gotas de ficción. Una intimidad retocada lo justo para que la autora se sienta libre. Una invitación a pasearse por los diferentes escenarios de su memoria. Para reír y emocionarse, para entretenerse y reflexionar.

Sardà se adentra en la memoria familiar desde la ironía y la nostalgia, dispuesta a dibujar una sonrisa hasta en el momento más doloroso. Es el relato de una época que ya no existe. Eso dicen los libros de historia. Pero no es posible entender nuestra vida sin comprender de dónde venimos. Del mismo modo que resulta difícil leernos unos a los otros si no nos adentramos en la memoria ajena.

Vivimos momentos que calificamos con grandes palabras. A menudo se apela a la épica, a la Historia. Así, con mayúsculas, como si vestida de gala fuera más trascendente, más relevante. Pero, al fin, en nuestra pequeña escala humana, lo verdaderamente fundamental es esa caricia que te salva, esas risas en compañía o esos ojos en los que te reflejas. También esa punzada de dolor o de tristeza o de melancolía por los ausentes. Llegan días atropellados que cada uno encara con la ilusión, la pereza o el fastidio particular. Inevitablemente, plagados de pequeños incidentes sin importancia que irán forjando nuestra memoria.