Unas elecciones decisivas

Gran Bretaña en su laberinto

El nacionalismo tronado de Boris Johnson tiene más apoyos que el socialismo arcaico de Jeremy Corbyn

Ilustración de Leonard Beard

Ilustración de Leonard Beard / periodico

Joan Tapia

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Tras que David Cameron cediera ante los euroescépticos, el subsecuente referéndum del 2016 votó por el ‘brexit’ (52% a 48%). Cameron dimitió y fue sustituido por Theresa May, que dijo algo tan falso en un asunto complejo como “Brexit is brexit”. Luego convocó elecciones para fortalecerse, salió debilitada y acabó dimitiendo tras varios penosos intentos de que el Parlamento aprobara su acuerdo de salida con la UE. Entonces los más nacionalistas aprobaron un acuerdo similar pero defendido por el nuevo líder conservador, Boris Johnson, uno de los políticos más identificados con el ‘brexit’. Y Johnson ha convocado elecciones prometiendo que Gran Bretaña estará fuera de la UE el próximo 31 de enero.

En estos tres años se ha visto que en la campaña del 'brexit' hubo muchos argumentos falsos, que el futuro de Gran Bretaña y de su economía fuera de la UE es muy incierto y que está amenazada incluso su propia existencia pues en Escocia -donde el nacionalismo del SNP es la primera fuerza- podría ganar un referéndum de independencia (ya hubo uno en el 2014) que abogara por salir de Gran Bretaña para quedarse en la UE. Entonces Bruselas no estaría con Londres.

Pero nada de eso ha cambiado la actitud de los conservadores, antes un pragmático partido de derechas que se ha convertido al dogmatismo nacionalista que cree que independizar Gran Bretaña de la UE es el bien supremo.

Lo lógico sería que un programa tan cerril, más la poco fiable personalidad de Boris Johnson, se estrellara en las urnas. Pero puede pasar todo lo contrario. El nacionalismo inglés es inasequible al desaliento y los 'tories' tienen una intención de voto del 43%, no muy lejana al 52% del 'sí' del referéndum, que les puede dar la mayoría absoluta si sacan 6 puntos más que los laboristas, que ahora están en el 33% en las encuestas.

El nacionalismo tronado de Boris Johnson tiene más apoyo que el socialismo arcaico del líder laborista, Jeremy Corbyn, que propone volver a las desacreditadas nacionalizaciones y que tiene una actitud ambigua ante el 'brexit'. Y si Johnson tiene un muy triste saldo entre opiniones favorables y desfavorables de -12, el del dogmático Corbyn, que defiende a líderes populistas como Maduro, es mucho peor (-40).

Lo más extraño es que el 48% que en el 2016 quiso quedarse en la UE no haya encontrado un partido refugio con opciones de ganar pues los liberales, europeístas, tienen una intención de voto de solo el 13%. El sistema mayoritario británico castiga siempre al tercer partido, pero además la líder liberal Jo Swinson no ha sabido conectar.  

El futuro de Gran Bretaña parece pues muy negro entre la victoria de un nacionalismo irresponsable y la derrota de un laborismo maximalista. La única luz -y complicada- sería que al final Johnson no lograra la mayoría absoluta y Corbyn tuviera que pedir el apoyo de liberales y nacionalistas escoceses que le harían abandonar el dogmatismo y le exigirían un nuevo referéndum sobre Europa. Sería lo menos malo. No es lo más probable que ese sea este jueves el veredicto de las urnas.