Resultados en Catalunya

Un plebiscito sobre la sentencia

Los resultados permiten a ERC seguir construyendo una alternativa de izquierdas pero no lo facilitan

Sergi Sabrià y Marta Vilalta, en la comparecencia de ERC  durante la noche electoral.

Sergi Sabrià y Marta Vilalta, en la comparecencia de ERC durante la noche electoral. / DAVID ZORRAKINO / EUROPA PRESS

Andreu Claret

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En  muchos aspectos, los resultados de las elecciones generales en Catalunya constituyen un plebiscito sobre la sentencia del 'procés'. Este es el sentido que tienen los buenos resultados de Esquerra Republicana, que sigue siendo el primer partido, los de Junts per Catalunya, que mejora los suyos gracias a una buena campaña de Laura Borràs y al efecto Puigdemont, y la entrada de la CUP, que se ha presentado con un programa antisistema y antiparlamentario. Los cien años que han caído sobre los encausados ha favorecido sin duda el mantenimiento (diputado más, diputado menos) de la suma de las dos formaciones independentistas que ya tenían representación en el Congreso de los Diputados (ERC y Junts per Catalunya), sin que sus resultados se hayan visto mermados de manera significativa por los diputados obtenidos por la CUP.

Aunque Esquerra haya perdido algún diputado, este ligero retroceso viene compensado por su ascenso a quinta fuerza política en el Congreso debido a la bancarrota de Ciudadanos. En todo caso será la primera vez que la foto de los diputados catalanes en la Carrera de San Jerónimo se parecerá más a la del Parlament de Catalunya. Una Catalunya partida por la mitad (en escaños, aunque en votos el independentismo sigue sin alcanzar el 50%) entre el bloque independentista y los que defienden otras opciones, desde la desaparición de las autonomías, que propugna Abascal, hasta el federalismo que sugiere Iceta.

Aunque en Catalunya ningún partido presenta un resultado espectacular como sucede en el resto del Estado, donde la subida de la extrema derecha será uno de los titulares de la prensa internacional, algunos datos son significativos. El primero es que los dos primeros partidos catalanes comparten, con matices importantes, la necesidad de abrir una negociación con el PSOE para garantizar la investidura de Pedro Sánchez y desbloquear el panorama. Que el PSC haya aguantado el tipo, teniendo en cuenta la dura campaña de Sánchez contra los independentistas, resulta relevante del hartazgo que provoca el mantenimiento de la unilateralidad por amplios sectores del independentismo y la violencia de algunos extremistas. Sin embargo, los buenos resultados obtenidos por Laura Borràs, y los de la CUP, condicionarán la posición de Esquerra, que venderá caro su apoyo a cualquier propuesta de Sánchez.

Se mantiene la hegemonía de la izquierda porque tres de los cuatro primeros partidos lo son y porque hay que añadirle los votos de la CUP, que han superado los que obtuvo el Front d’Esquerres de Fachin en los anteriores comicios. El eje político dominante en Catalunya sigue siendo el nacional, pero el eje izquierda/derecha no ha desaparecido. Al contrario, todo indica que ERC basa su ambición hegemónica a medio plazo no solo en ser el primer partido independentista (dobla los votos de los antiguos convergentes) sino en encabezar una alternativa de izquierdas que permita avanzar en los derechos nacionales y sociales aunque sea orillando por un tiempo los sueños republicanos. Estos resultados se lo permiten pero no lo facilitan. Y los del resto de España añaden aún más incertidumbre a la posibilidad de que algunos partidos catalanes contribuyan al desbloqueo de la política española. Esto, en el supuesto que esta sea la opción escogida por Sánchez y no la abstención del PP.