LA CLAVE
La miopía unilateralista
El independentismo pasa un momento narcisista, se mira a él mismo sin mirar a los demás
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Albert Sáez
El movimiento independentista gana cohesión al mismo ritmo que pierde transversalidad. Las últimas simpatías que le quedan como movimiento de regeneración democrática se esfuman a cada nuevo acto de sabotaje desde la publicación de las sentencia. Básicamente, por la suma de dos peligrosas banalizaciones. La primera es la de la violencia. A ella puede haber contribuido la retransmisión televisiva del juicio y esa obstinación en teñir de rebelión con cientos de declaraciones, en uno u otro sentido, que convertían lo vivido en atentados contra la autoridad o ejercicios gratuitos de represión según el sesgo. Hubo resistencia a la autoridad y desproporción en el mandato de hacer cumplir la ley. De aquellos lodos surgen ahora estos barros de personas de bien justificando que se levanten barricadas o desoyendo cualquier matiz a actuación policial. Los que no quieren arreglar este conflicto lo han llevado donde querían: a la acumulación de conatos de confrontación civil. Y son unos irresponsables porque la violencia, la inicie quien la inicie, es siempre una espiral que no se sabe cómo acabará. Y todos se olvidan que lo que se consigue con la violencia solo se puede mantener con la violencia.
El segundo gran concepto que se está banalizando es el de la "república". ¿En qué se distingue una república de una dictadura si se impide a la gente acudir a las manifestaciones que quiera cortando carreteras? ¿O si se cierra la entrada de las universidades a quienes quieren hacer clase? El independentismo pasa un momento narcisista, se mira a él mismo sin mirar a los demás. Confunde al resto de catalanes con meros títeres del Estado. Para salir de este atolladero harían más que bien en escuchar voces como la de Carme Forcadell que reconoce que en octubre del 2017 les faltó "empatía" con el resto de catalanes. El origen de esta banalización que conduce al narcisismo no es otro que el "unilateralismo", la independencia a base de ese sueño húmedo de "desbordar"al Estado con acciones que, en realidad, no hace otra cosa que aplastar al resto de ciudadanos. No ver esto, les está encegando. Aznar debe ser el tipo más feliz del mundo.
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