Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

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Las mujeres NO somos malas en ciencias

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¿Cuál es el primer nombre que se te viene a la cabeza cuando piensas en una persona que se dedica a la ciencia? Isaac Newton, Galileo Galilei, Stephen Hawking, Ramón y Cajal, Einstein, Sheldon Cooper, Copérnico, Nikolas Tesla, Faraday, Mendel, Fleming, Ironman, el Profesor Bacterio, Doctor Extraño….

He hecho esta pregunta a muchas personas antes escribir esto. Siempre me respondieron con nombres de hombres, incluso cuando mencionaban a un personaje de ficción. Y cuando les pedía que me dieran por favor el nombre de una mujer solo me respondían una, si es que lo recordaban. Madame Curie (en la foto). La señora de Curie. Casi nadie sabía que se llamaba Marie.

Porque las mujeres de ciencia han sido deliberadamente borradas o ignoradas de la historia.

Fritz  Haber, marido de  Clara Immerwahr, desarrolló la síntesis del amoníaco. Le dedicó a su esposa su trabajó por su «silenciosa cooperación». Habían trabajado, los dos, juntos, en casa, cada uno en su mesa. Fritz ganó el Nobel. Ella se suicidó.

Sobre Mileva Maric, la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia asegura que  existe una duda más que razonable para afirmar que la Teoría de la Relatividad era de Mileva, y no de su esposo Albert Einstein. Y no lo dice una banda de 'feminazis', oiga. Lo dice la mayor sociedad científica del mundo.

Cientos de
científicas han 
sido silenciadas, 
ignoradas y 
borradas

Lise Meitner es la codescubridora de la fisión nuclear, junto con los químicos Otto Hahn y Franz Strassman. Pero el jurado del Premio Nobel no quería premiar a una mujer y deliberadamente excluyó el nombre de Meitner.

Hedy Lamarr fue «la mujer más bella del mundo», según Hollywood, y... la inventora del wi-fi. Hedy nunca pretendió ganar dinero con su invento, que entregó a la marina estadounidense de forma gratuita. Pero, como era actriz, no la tomaron en serio. Su  descubrimiento se olvidó durante 20 años, hasta la crisis de los misiles de Cuba.

En 1962, Watson, Crick y Wilkins recibían el Nobel por sus estudios sobre la estructura del ADN. Pero se ha demostrado que le habían robado el trabajo a Rosalind Franklin. ¿Ha reconocido la Academia sueca la metedura de pata? No. Aunque la comunidad científica sí lo haya hecho.

Jocelyn Bell Burnell es una astrofísica que descubrió la primera radio señal de un pulsar. Pero no obtuvo el Nobel por su descubrimiento, sino que se lo dieron a su supervisor de posgrado. La Academia sueca no ha subsanado el error, aunque Burnell haya recibido la Medalla de la Real Sociedad de Astronomía Británica y la presidencia de dicha sociedad.

Las mujeres que menciono son una pequeñísima muestra entre los cientos de científicas sistemáticamente silenciadas, ignoradas y borradas de los anales de la ciencia. No son las más importantes, ni siquiera las más representativas. Hay muchas más.

Pero esto nos hace entender por qué tan pocas chicas jóvenes se quieren dedicar a la ciencia. Porque las mujeres no servimos para la ciencia. Mentira. Porque no tenemos modelos. Porque nos los roban. Porque nos intentan ocultar, incluso, que una de las la primera astrónomas occidentales fue una mujer, Hipatia, y la primera química fue otra, María la Hebrea.

Y mientras los modelos que les ofrezcamos a nuestras hijas sean chicas a las que valoramos por su físico y no por su cabeza, nuestras hijas no podrán realizarse en todo su potencial, y eso significará que nuestro planeta tampoco podrá realizarse en todo su potencial.

Lo que deberíamos enseñar a nuestras hijas son las palabras de una mujer física y astronauta, Mae Jemison:  «No dejes que nadie te prive de tu imaginación, tu creatividad y tu curiosidad».