Análisis

Fuegos artificiales ante Miquel Iceta

Iceta es más listo que cualquier aprendiz de brujo: cada día levanta votos a Cs

Lorena Roldán defiende la moción de censura contra Torra, en el Parlament.

Lorena Roldán defiende la moción de censura contra Torra, en el Parlament. / periodico

Sergi Sol

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La moción de censura de Ciudadanos da buena medida del paulatino ascenso del PSC y del retroceso progresivo de las huestes que nacieron del odio al catalán y a lo catalán. La gesticulación exagerada y las falacias ofensivas esculpidas a golpes de titulares retumbaron de nuevo. La obsesión paranoica contra TV-3, cómo no, también estuvo presente. Eso sí, ni una sola propuesta. Ocurre que diagnosticar el problema no es tan simple como ofrecer una solución. Y como carecen de ellas, recurren al lío. La cuestión, oído lo dicho por Carrizosa y Roldán, no es si Cs es parte de la solución o del problema, que salta a la vista. La cuestión es hasta cuándo. 

Lo que sí exhibió a raudales, la candidata a presidenta, fueron lecciones éticas, en un ejercicio de maniqueísmo superlativo mientras aludía a la convivencia. Ciudadanos representa, según Roldán, la dignidad y la libertad frente a todas las maldades que encarna el independentismo. Apenas una semana atrás, Roldán intentaba sacar tajada del terror pasado, con una foto del macabro atentado de Vic. 

Volvió a la tribuna, sin fotos, pero con igual desfachatez. Siguieron la matraca y el ruido, la hipérbole y la desmesura. Ciudadanos da el perfecto ejemplo de como tan a menudo se ve con toda nitidez la paja en ojo ajeno, pero se es incapaz de ver la viga en el propio. De no ser así no compararían lo ocurrido estos últimos años con un ‘golpe de Estado’. Catalunya, y España, han padecido dos golpes de estado devastadores a lo largo del siglo XX. Hay que estar muy desquiciado para tomarse a broma una sublevación militar. E igual que salen corriendo del Parlament cuando de condenar el franquismo se trata, comparan lo vivido en Catalunya con ‘El holocausto español’ de Paul Preston.

La moción de censura de Cs es la estampa de la impotencia y el recurso a la estridencia para acometer una tendencia electoral en 'Franco' declive. Es una moción pensada contra Miquel Iceta, no contra Quim Torra. Fuegos artificiales antes de la gran batalla. Y no va a tener de protagonistas a Roldán y Cs si no al PSC frente a ERC. Porqué esa es la verdadera batalla que se va a librar en Catalunya. O ERC o PSC. Y ahí, sólo ahí, tal vez los votos de Cs sean imprescindibles como ocurrió en Barcelona para evitar que Ernest Maragall fuera alcalde. 

Por otra parte, Iceta es mucho más listo que cualquier aprendiz de brujo. Cada día que pasa les levanta votos. A no ser que la estrategia de Pedro Sánchez, que no descarta el voto de Ciudadanos para gobernar España, le complique la vida. En Catalunya se juega la partida. Cuantos más escaños saque Rufian más costosa será la tentación del PSOE de pactar con Rivera. Y mayor la presión para que Sánchez no espere que, como Mariano, la cuestión catalana se resuelva sola. Tozuderías de la historia pero va a ser que no. 

Tampoco le conviene a Iceta que Ciudadanos ensucie el terreno de juego. A Iceta no se le ocurre espolear comandos de cúter y pasamontañas para quitar lazos amarillos solidarios. Ni huir del Parlament con aspavientos para evitar condenar el franquismo. Del cuanto peor mejor (sacudir la convivencia y acentuar el frontismo) saca provecho Cs, no el PSC. Y a la inversa en el campo independentista, donde ERC pierde fuelle cuando los extremos mandan y agitan la coctelera.