Al contrataque

A desobedecer, ¡ar!

El señor Llobet, que siempre ha tenido una conducta intachable, ve que la Generalitat recomienda la desobediencia civil pacífica y se propone, disciplinada y mecánicamente, llevarlo a la práctica

undefined50215766 graf4124  barcelona  03 10 2019   miembros de los cdr organi191003215640

undefined50215766 graf4124 barcelona 03 10 2019 miembros de los cdr organi191003215640

Xavier Sardà

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El señor Llobet está en la sesentena y siempre ha tenido una conducta intachable. Es abogado, padre de tres hijos, buen marido y gran aficionado a la papiroflexia. Su vida ha sido hasta ahora estrictamente usual y regular.

El señor Llobet ve que la Generalitat de Catalunya recomienda la desobediencia civil pacífica y que la ANC dice que hay que colapsar la red viaria. Se propone, disciplinada y mecánicamente, llevarlo a la práctica antes de hora.

Llega a su bufete de abogado y deja su Audi con dos ruedas sobre la acera y medio coche ocupando un carril. Ajeno a los cláxones y los improperios, sube a su despacho y cuelga en el balcón la bandera tricolor del reino de Benin, adonde viajó hace un año con su esposa y el matrimonio Masllorens.

Cuando llega el primer cliente, Llobet le aconseja que desobedezca, que no pague la multa de Hacienda y que deje de pasarle la compensatoria a su mujer. Que no se preocupe, que se lo aconseja con la garantía de la Generalitat.

-Deja tu coche en doble fila o en un pipicán. Tranquilo, ellos saben lo que hacen.

-Pero tú no eres 'indepe'.

-¡No, pero la desobediencia civil es la ostia!

A la hora de comer, el señor Llobet observa extrañado que la grúa se ha llevado su coche. Sin pensarlo se sube a un taxi.

- Son siete euros.

- Perdone que no le pague, pero es que estoy en desobediencia.

Los gritos y los improperios del taxista forman una cenefa lingüística sin precedentes en los lenguajes indoeuropeos.

A lo largo del día, Llobet sigue desobedeciendo: se desnuda en casa y se pone un delantal humorístico, ante el estupor familiar. Pone TV-3 con el sonido de una porno, que encaja bastante bien. Llama al bufete y dice que no irá por la tarde.  Sale a la calle y empuja un contenedor hasta dejarlo en plena calzada. Una patrulla de la Guardia Urbana le pide la documentación.

- ¿No ven ustedes que voy en delantal?

Entra en su sucursal bancaria y pide que le den en efectivo todo el dinero de sus cuentas corrientes.

- No es posible, señor Llobet. Tiene mucho a plazo fijo y, además no disponemos de tanto efectivo ahora mismo.

- Mire, estoy desobedeciendo y necesito dinero.

- ¿Usted?... Yo también estoy en desobediencia civil. Su dinero se lo he enviado a la ANC.

A Llobet se le cae el delantal al suelo.

Se conmemora el segundo centenario del nacimiento de Henry David Thoreau. “La única obligación que tengo derecho a asumir es la de hacer en todo momento aquello que considero recto”. Un grito moral contra la esclavitud y contra la guerra con México, pero también una suerte un tanto confusa de objeción a casi toda tarea de gobierno en favor de una idea libertaria y minimalista del Estado. Ya se sabe: “El mejor Gobierno es aquel que no gobierna en absoluto”. Glups.