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'Marianne': el terror del autor

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Mónica Vázquez

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Los amantes del terror tenemos una nueva historia con la que obsesionarnos. 'Marianne', hija de Netflix, llega a nuestras pantallas para aterrorizarnos con las aventuras de Emma, una escritora alcohólica que vive aterrorizada por su propia imaginación.

El dicho 'somos dueños de nuestro silencio y esclavos de nuestras palabras' adquiere un nuevo significado en el caso de Emma, que se ve absorbida por las historias de los libros que ha escrito basándose en las pesadillas de su infancia, víctima de un cuento que cuenta sus víctimas. Los monstruos que ha creado entre sus páginas se convierten en una pegajosa y maloliente realidad que se arrastra a su alrededor, contaminando su existencia, ahogándola a cada minuto que pasa, matando y alimentándose del miedo y el dolor.

Es el autor el que nos condena a caminar por el bosque a oscuras, y es justo que, de vez en cuando, se vea inmerso en su propio universo  

Esta serie de producción propia de Netflix Francia ha llamado la atención de muchos fanáticos del terror en las redes sociales. El propio Stephen King recomendaba la serie hace unos días en Twitter, alabando los puntos de humor y destacando el posible 'aire Stephen King' que se desprendía de la trama. Cabría esperar tal respuesta del autor de algunas de las historias más terroríficas que acampan en las librerías. Imaginemos por un momento al pobre Stephen teniendo que lidiar con sus propios demonios. Pennywise, el hotel Overlook, Carrie, El Hombre de Negro. Tampoco nos haría falta imaginarlo mucho si somos fans de 'La torre oscura', ya que en el sexto libro, se convierte a sí mismo en un personaje más de su universo. El autor hecho artefacto narrativo. El autor, víctima de sus palabras, compartiendo su destino. No sería la primera vez y esperemos que tampoco la única, en la que un autor se mancha del barro de sus delirios, porque nos encanta. Nos gusta ver al autor caer en el pozo con nosotros, sentir el pánico, el frío, el hambre, la soledad. Es el autor el que nos condena a caminar por el bosque a oscuras, entre la niebla, con una linterna a punto de apagarse como única arma contra lo inaudito. Es justo que, de vez en cuando, se vea inmerso en su propio universo, pagando el precio de sus... ¿inventos?