Opinión | Editorial

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Los líderes que no escuchan a Thunberg

Cada vez será más difícil ignorar a una ciudadanía con una conciencia ambiental creciente

Greta Thunberg hablando en la ONU.

Greta Thunberg hablando en la ONU. / periodico

La adolescente sueca Greta Thunberg ha debido de sonrojar a los líderes mundiales asistentes a la Cumbre de Acción Climática convocada por la ONU con la profusión de datos que ha puesto sobre la mesa para echarles en cara que, más allá de las palabras, están «fallando» a las nuevas y futuras generaciones. En el discurso de Thunberg se mezclaron la contundencia de los argumentos con la decepción de los más jóvenesEn el discurso de Thunberg se mezclaron la contundencia de los argumentos con la decepción de los más jóvenes por la inoperancia de los gobiernos y de las organizaciones internacionales, adheridos a compromisos políticamente correctos, pero del todo ineficaces, sin voluntad de cumplirlos o con esfuerzos insuficientes para hacerlo. Un hecho que justifica de largo la pregunta incluida por Thunberg en su parlamento: «¿Cómo os atrevéis?»

Resulte o no exagerado el desafío de la joven sueca de que «el cambio viene os guste o no», impulsado por la primera generación que desde la infancia ha tenido noticia de la emergencia climática, lo cierto es que nunca antes quienes deben poner freno al desastre se habían visto obligados a mirarse en un espejo que devuelve la peor de las imágenes. Y es muy posible que a partir de ahora, cada vez con más frecuencia y mayor coste personal, deberán hacerlo, empujados por una opinión pública más de acuerdo que nunca con el diagnóstico de Thunberg: «Nos estáis fallando».

La ausencia de la cumbre, o la presencia menos que testimonial, de Donald Trump, Vladimir Putin y Xi Jinping, es una muestra de desprecio y soberbia. Ninguno de los tres está dispuesto a claudicar, aunque encabezan estados altamente contaminantes y rehúyen la descarbonización. El presidente de EEUU es un negacionista que se dio de baja del Acuerdo de París en 2017; el de Rusia necesita prolongar el modelo energético porque la primera fuente de ingresos de su país son los hidrocarburos; el de China se prodiga en declaraciones, pero sus grandes ciudades son de las más irrespirables del mundo. Ninguno de los tres está dispuesto a prestar atención a las invectivas de una adolescente que seguramente nunca logrará sonrojarlos, aunque habla cargada de razón.