Análisis

Cuanto peor, mejor

Valverde ha hecho lo posible por parecer otro, tomando más decisiones de las que se creían

Valverde, en el entrenamiento previo al duelo con el Villarreal.

Valverde, en el entrenamiento previo al duelo con el Villarreal. / periodico

Sònia Gelmà

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Pide Valverde que nos olvidemos de la temporada pasada. Una petición lógica, pero utópica, sobre todo cuando los síntomas de agotamiento que da el equipo recuerdan tanto a lo ya visto. El técnico azulgrana ha hecho lo posible por parecer otro. Le criticaban que no apostaba por la cantera: Ansu Fati y Carles Pérez. Le señalaban que tenía intocables: grada para Rakitic, suplencias para Busquets. Le acusaban de no fiarse de los jugones: De Jong y Arthur, titulares habituales. Solo le ha faltado disfrazarse para intentar hacernos ver que Ernesto Valverde ya no es Ernesto Valverde.

Pero se podía intuir, y fue uno de los argumentos que recomendaban su salida, que si los resultados no acompañaban de inicio, el ruido a su alrededor se volvería ensordecedor. Su crédito ante la afición se agotó en Anfield, como el de muchos jugadores aunque en su caso la responsabilidad quede más repartida.

Un margen de mejora amplio

La buena noticia es que el margen de mejora es amplio. La receta es fácil, jugar mejor. Algo que debería ser sencillo para un equipo que ha completado ese camino cientos de veces y más, cuando lo demuestra en casa, con su césped impecable y sus aficionados.

El camino sigue ahí, pero fuera se vuelve incómodo, y más cuando el final de temporada es tan lejano, cuando las derrotas no son definitivas. Y la plantilla lo sabe. Y los defensas piensan que los de arriba no aprietan lo suficiente. Y los delanteros lamentan que se encaje con tanta facilidad. Y mientras tanto, los centrocampistas intentan tapar las fugas de los unos y los otros. Los veteranos se saben la música y creen que sonará igual aunque le bajen algo el ritmo. Y mientras tanto, los nuevos tocan otra partitura.

Son tantos los años de éxito, que los jugadores han olvidado la fórmula que les hacía especiales. Messi es ahora lo único que les diferencia del resto

Messi recuperará su tono físico y volverá a marcar diferencias, como lo ha hecho siempre. Suárez mejorará su rendimiento, y Griezmann entrará en juego tarde o temprano. El nivel de concentración subirá y el equipo se estabilizará porque tiene suficiente calidad para ganar partidos, Y entonces, de nuevo, estaremos en el mismo sitio que cada abril o mayo desde Berlín. Quizás —con suerte— no estarán peor, pero tampoco mejor.

Son tantos los años de éxito, que los jugadores han olvidado la fórmula que les hacía especiales. Messi es ahora lo único que les diferencia del resto. Necesitan partidos cómodos, entonces sí, se divierten a lo grande. Pero cuando hay que remar a contracorriente, se bloquean, ya no recuerdan cuales eran las herramientas. Y aunque desde el banquillo intentan ayudarlos, no lo consiguen. Tampoco desde la directiva. Llegados a este punto, habrá quien piense —no le culparemos— que lo necesario es llegar a un punto de no retorno. Y por lo tanto, cuanto peor, mejor. Para volver a empezar.