IDEAS

Stephen Graham, un actor monumental

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Jordi Puntí

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La vida se ha vuelto un combate de series y miniseries, y más ahora que vendrá el otoño. La oferta es tan amplia que uno se guía por todo tipo de impulsos: las recomendaciones del boca a boca, el rastro de un director o de unos guionistas, las ganas de experimentar... A la espléndida miniserie 'The Virtues' (Las virtudes), por ejemplo, que se puede ver en Filmin, llegué por tres razones: el director, el actor principal y el título, tan enigmático. En los créditos iniciales, la T del título tiene forma de cruz católica, lo que nos permite intuir a qué clase de virtudes se refiere, y además gran parte de la historia se sitúa en Irlanda del Norte.

Escrita y dirigida por Shane Meadows, que ya me había deslumbrado con 'This is England', 'The Virtues' se centra en el vida de un hombre de Liverpool, de clase trabajadora, alcohólico, separado y padre de un niño. Cuando su exmujer y el hijo se trasladan a Australia, él vive una epifanía en forma de borrachera antológica y vuelve al pueblo donde creció hasta que se escapó de un orfanato. Su misión es encontrar, 30 años después, una hermana de quien le separaron cuando quedó huérfano.

Stephen Graham llena la pantalla en 'The Virtues' con un papel de perro apaleado con un pasado traumático 

El realismo de la historia nos recuerda a ratos las injusticias que suele dibujar Ken Loach, pero aquí hay en las vidas de los personajes -y en el drama que los une hasta el final- una compasión que es única, de una proximidad lacerante. No recuerdo ninguna película donde los personajes digan “lo siento” y pidan perdón tan a menudo. Gran parte de esta credibilidad se debe a la actuación de Stephen Graham, que es un actor monumental.

Le hemos visto haciendo de 'skinhead' fascista en 'This is England', y de Al Capone en la serie 'Boardwalk Empire', pero aquí llena la pantalla con un registro diferente. Con el cuerpo encogido, los ojos tristes y el carácter retraído, es el perro apaleado por las circunstancias que busca una salida, una explicación en un pasado traumático. Es como si poco a poco lograra despojar de su peso religioso a las cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, templanza, fortaleza. No se la pierdan.