Al contrataque

Pico y pala

La política se convierte en algo endemoniado cuando te empeñas en defender y ensalzar a los tuyos por el mero hecho de que son eso, los tuyos

Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes.

Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes. / periodico

Cristina Pardo

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Leo con auténtica incredulidad en estas últimas horas titulares como éste: 'Pablo Casado se desmarca de Esperanza Aguirre y traza una línea roja con el pasado del PP'. Comprendo que la imputación de la expresidenta de la Comunidad de Madrid por siete delitos de corrupción, no invita a reivindicar viejas amistades. Sin embargo, es verdaderamente alucinante que ahora Génova nos quiera hacer creer que el pasado y el presente son dos compartimentos estancos que no tienen absolutamente nada que ver.

Para empezar, porque Pablo Casado fue apadrinado por Aguirre desde los inicios de su carrera política (“querida y admirada exjefa”). Solo así pudo llegar a presidir las Nuevas Generaciones de Madrid. Pocos celebraron después tanto como ella su ascenso al liderazgo del partido en la era pos-Rajoy. Para seguir, hace muy pocos meses que Casado aún elogiaba sin titubeos la gestión política de Esperanza Aguirre.

Fue en enero, cuando presentó a sus dos candidatos por Madrid. Dijo entonces que Martínez-Almeida e Isabel Díaz Ayuso eran “dos pata negra” para defender “las esencias” y las “ideas de siempre” del Partido Popular y que su valor añadido era que procedían de “la escuela de pico y pala, de dejarse la piel y de reivindicar los principios” de Aguirre. Por cierto, la hoy Presidenta de la Comunidad de Madrid –elegida por Casado por ser supuestamente sabia nueva- declaró también por aquel entonces que sentía “mucha admiración” por Aguirre y Cifuentes, hoy imputadas. “Me gustaría tenerlas cerca, para preguntarles y pedirles consejo”, explicó Díaz Ayuso.

La política se convierte en algo endemoniado cuando te empeñas en defender y ensalzar a los tuyos por el mero hecho de que son eso, los tuyos. El juez considera que fue Aguirre la que ideó la trama para desviar dinero que financiara las campañas electorales del Partido Popular. La justicia dirá si es cierto o no. Lo que no se cree nadie a estas alturas ya es que ella no supiera absolutamente nada de nada de lo que hacían sus subordinados, como sostuvo siempre que las sospechas inundaban las portadas. Los imputados en esta causa formaban parte de su círculo político más íntimo. Incluso aunque ellos hubieran decidido actuar por su cuenta, no es posible tanta ceguera ante tamaña traición. Por lo tanto, Aguirre tendrá que esmerarse algo más en octubre, cuando comparezca ante el juez. Pico y pala. Al final, llegó su hora.