El papel de la mujer en las fiestas populares

Se vistió de fiesta

Hace unos añitos las fiestas populares estaban cargaditas de machismo y las mujeres solo servían para adornar la calle, como una guirnalda más

Capitanas de moros y cristianos en Lleida, en el año 2006.

Capitanas de moros y cristianos en Lleida, en el año 2006. / ARCHIVO / MARTA RAICH

Imma Sust

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

“Hoy el noble y el villano, el prohombre y el gusano bailan y se dan la mano sin importarles la facha. Juntos los encuentra el sol a la sombra de un farol empapados en alcohol magreando a una muchacha”. Eso cantaba Joan Manuel Serrat hace unos añitos, cuando las fiestas populares estaban cargaditas de machismo y las mujeres solo servían para adornar la calle, como una guirnalda más. Si Serrat lo contaba así, será porque era así. Y si nadie decía nada, era porque estaba tan interiorizado el machismo que era imposible sacarlo. Nadie lo veía. Ni siquiera Serrat, que me parece un tipo bastante sensato y que jamás definiría como machista. Esas fiestas de antes. Mujeres esperando a que las sacaran a bailar sin atreverse a decir que no al que se lo proponía. Esa Colometa de 'La plaça del Diamant' alucinaría si viera en que se ha convertido su barrio. Ya hace tiempo que Gràcia se suma a todas las propuestas feministas y antimachistas. Este año, el lema es 'Solo un sí es un sí'.

Todo esto es genial y deseamos que todas las fiestas de España vayan por el mismo lado. Pero ya no se trata solo de concienciar a la gente para que no se abuse sexualmente de las mujeres, que es mucho, por supuesto. También estaría bien incluirnos más en las tradiciones y la organización de las fiestas. Bueno, igual no hay que esperar a que nos incluyan. Los derechos no se piden, se cogen. Pues eso.

Esas orquestras donde los cantantes son hombres y las mujeres visten semidesnudas y aunque tengan una voz increíble se limitan a hacer los coros y a menearse de forma sexualizada. O esa fallera de València, que es una especie de 'miss' que solo sirve para hacer bonito acompañada de su Corte de Honor. El claro ejemplo machista de “calladita estás más mona”.

Muchas son las fiestas que nos avergüenzan a algunas. Pero poco a poco, las mujer va pisando terreno y va exigiendo más.

He estado unos días en Menorca y me han contado que en las famosas fiestas populares, los llamados jaleos, las mujeres han conseguido poder subir al caballo prácticamente en toda la isla. Por lo visto, eso en un principio solo estaba permitido a los hombres. Siempre hay una primera mujer. Esa Rosa Parks que sienta su culo negro en el asiento para blancos. En Menorca es Consuelo Marqués Melià. Nacida en 1950, se estrenó con 19 añitos en las fiestas de Sant Bartomeu. Ella rompió la veda y le siguieron muchas desde entonces. Que aunque se las permita montar al caballo, no se las deja vestir igual que a los hombres. Esa cosa, de la mujer florero. Que parece que nuestra estética es más importante que nuestros actos. Te dejo subir pero a mi manera. Te dejo entrar, pero solo un poco. Y no hables mucho, no sea que la fastidiemos.

Las que se han quedado atrás son las mujeres de Ciutadella para las fiestas de Sant Joan. Se las sigue discriminando y solo pueden participar hombres nobles y curas. Me parece increíble. Hay algo extraño en las tradiciones, que incluso algunas mujeres las defienden a pies juntillas aunque esto las excluya o las humille. Así serán las mujeres de Ciutadella. Que entiendo que no quieren tener voz en su fiesta más famosa.

Pero no todo está perdido. En las fiestas de Vitoria de este agosto ya no se permiten según que actitudes. La cuadrilla Mozkorraldi ha sido expulsada después de que algunos de sus miembros exhibieran pancartas que ponían en duda la violencia de genero. Se quedaron sin paseíllo.

Luego hay fiestas como la Patum de Berga, que cuenta con las mujeres prácticamente para todo, desde que en 1960 se hizo el primero 'salt de plens' solo de mujeres.

Y yo, como 'gracienca' enamorada de mi barrio, espero la fiesta mayor como agua de mayo. Orgullosa de poder participar de una fiesta tan posicionada en contra del machismo. Ya apuntaba maneras cuando su primera pregonera fue una mujer. Silvia Munt. A todos nos viene a la cabeza el personaje de 'La plaça del Diamant', la Colometa. Esa mujer frágil pero tremendamente fuerte. Una mujer empoderada que plantaba cara. Con miedo, pero lo hacía. Al Quimet, a la guerra y a lo que hiciera falta.

En muchos lugares de España, las mujeres siguen siendo como las cantaba Serrat, pero cada vez más se rebelan frente a ello. La maldita 'Manada' de alguna manera nos ha abierto los ojos. Cada vez tenemos más claro que 'No es no' y que 'solo sí es sí'.  Y que algunos entiendan de una maldita vez que tiran más dos neuronas que dos tetas. De verdad. Y que sin revolución no hay evolución. Vamos a pasar a la acción.