Libros y series

Somos más amos del tiempo, cuando leemos

El verano es el momento perfecto para leer libros de viajes.

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Isabel Sucunza

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El verano suele ser bastante dramático en lo referente a las ventas de libros a pie de librería, sin embargo, hay un par de semanas, las de finales de junio y de julio, en las que la remontada soprende: no solo casi todo el mundo que entra en una librería compra libros, sino que muchos se los llevan de dos en dos, de tres en tres o más. La necesidad por parte de los lectores es clara: quieren lectura, papel, historias con las que llenar el tiempo libre.

Muchas veces, a la hora de buscar los motivos que explican la caída de las ventas de libros de estos últimos años (¿podríamos hablar ya de décadas?) se apunta a que una de las principales culpables son las muchas propuestas culturales y de entretenimiento a las que ahora tenemos acceso desde casa o desde cualquier sitio del mundo. Que cuando tenemos un rato, preferimos mirar series o enredarnos en las redes sociales, vaya, es lo que suelen decir. Pero entonces, ¿por qué cuando ese rato libre es más largo, tan largo como que son vacaciones, gran parte de nosotros optamos por volver a los libros?

Una explicación podría ser que mientras el tiempo libre del que disponemos durante el curso suele venirnos dosificado por otros factores (trabajo, horarios de las personas que dependen de nosotros, citas ineludibles, etc.), el de las vacaciones es nuestro: totamente nuestro. Igual que es nuestro el ritmo de lectura.

No es nuestro en cambio el ritmo de las series (un capítulo por semana o un final de capítulo cada veinte o cincuenta minutos que nos obliga a decidir si seguimos o no seguimos mirando) como tampoco es nuestro el de las redes sociales (media hora desconectados y ya estamos fuera de aquel hilo de tuits-respuesta-a-otros-tuits al que nos habíamos enganchado.

Los libros no se cierran de golpe cuando acaba un capítulo. En los libros nadie se mete en medio de una conversación, ni nos salta de repente una información promocionada en mitad de la lectura, ni nada parecido.

Definitivamente somos más dueños del tiempo cuando leemos un libro que cuando optamos por cualquiera de esas otras formas de entretenimineto. Por eso seguimos queriendo libros en verano.

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