Análisis
Bitcóin: más allá de una moneda mundial
Las criptomonedas abren las puertas a unas reales plataformas de economía colaborativa
Víctor García Font
Profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC
Hace unas semanas, una asociación liderada por Facebook anunciaba el lanzamiento de libra, una criptomoneda que aspira a ser un medio de pago de alcance global. Inmediatamente, autoridades de todo el mundo mostraron su preocupación y amenazaron con prohibiciones. Esto nos lleva a preguntarnos el motivo de frenar la propuesta de Facebook tan rápidamente, pero haber dejado operar a bitcóin desde hace ya más de 10 años.
Aparte de razones políticas, un posible motivo es que, de hecho, libra y bitcóin tienen pocas similitudes. Incluso, algunos expertos ni siquiera consideran que libra sea una criptomoneda. Aunque esté basada en criptografía como bitcóin, lo que hace especial a esta última es que es una moneda no controlada por ninguna entidad, abierta, pública, neutral, sin fronteras y resistente a la censura. Libra no cumple ninguna de estas características y, por eso, puede prohibirse fácilmente actuando sobre las entidades que la impulsan.
Seguramente, disponer de una moneda como bitcóin con tal falta de regulación puede alarmar a mucha gente, ya que podría facilitar actividades como el cibercrimen o el lavado de dinero. Sin embargo, estos delitos ya se cometen en dólares, y en un volumen mayor. Por otro lado, las características especiales de las criptomonedas y su tecnología subyacente, la blockchain, pueden habilitar numerosos escenarios que no eran factibles hasta la fecha.
Por ejemplo, las criptomonedas permiten incluir en un sistema de pagos global a millones de personas a las que, por su escaso nivel de ingresos, razones políticas, u otros motivos, no se les permite abrir una cuenta bancaria. Sin embargo, cualquier persona puede instalar sin impedimentos un monedero de criptomonedas en el móvil y empezar a operar. Esto sin mencionar las ventajas que tendrían en algunos países si pudieran usar fácilmente una alternativa a sus monedas hiperinflacionarias.
Por otro lado, las criptomonedas abren la puerta a la creación de nuevos modelos de negocio, como plataformas de economía colaborativa (pero colaborativa de verdad, no como Airbnb o Uber), donde sean los usuarios los que definan las reglas del juego, sin intermediarios que impongan sus condiciones, cobren comisiones abusivas o tributen en paraísos fiscales.
Reducir barreras
Desde un punto de vista empresarial, las criptomonedas permiten desarrollar negocios tradicionales de forma diferente. Por ejemplo, están surgiendo criptomonedas para representar partes de activos inmobiliarios, lo que reduciría las barreras de entrada, permitiendo inversiones por una ínfima parte del valor de un inmueble, de forma más líquida, rápida, diversificada, eliminando intermediarios y comisiones.
No obstante, para que esto se haga realidad, además de mejoras tecnológicas, también son necesarios cambios sociales y legales que den cobertura a estos nuevos modelos de negocio y que conviertan a las criptomonedas en un activo como cualquier otro, valorado por el proyecto que hay detrás y no por la tecnología que lo habilita.
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