Análisis

Retos de la atención primaria y salud comunitaria

Interior del actual CAP Raval Nord.

Interior del actual CAP Raval Nord. / ELISENDA PONS

Antoni Sisó

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Catalunya vivió en noviembre de 2018 una huelga de la atención primaria nunca vista y centrada en una palabra: dignidad. Médicas y médicos de familia cortaron calles y avenidas hasta las puertas del Parlament de Catalunya. La huelga se desconvocaba jueves, 29, pero un importante número de profesionales continuó de huelga el día siguiente, en una muestra de que los pactos no gustaron a todos: -'no era això'- es lo que aparecía en redes sociales. La huelga concluyó sin auténticas transformaciones que, de planificarse, podrían proveer al sistema sanitario de sostenibilidad, calidad, proximidad y mayor satisfacción por profesionales y ciudadanos. Y es que finalmente la huelga se convirtió en una catarsis necesaria para dos décadas de falta de inversiones y descapitalización de la Atención Primaria.

El momento actual insta a hacer propuestas de transformación en el marco de una estrategia que sea moderna, modélica, exportable y cocreada por las organizaciones profesionales que siempre han demostrado compromiso con el carácter universal, público y gratuito del sistema sanitario. Será imprescindible que esta estrategia transforme el sistema sanitario entero y las relaciones entre ámbitos asistenciales: atención primaria, hospitales y centros sociosanitarios. Sin visibilidad y reconocimiento recíproco de estos ámbitos, el compromiso de los profesionales será fugaz.

Los retos de futuro de la Atención Primaria se centran al menos en tres dimensiones:

La ciudadanía. Envejecimiento poblacional, aumento de enfermedades crónicas, degenerativas y de la dependencia, de problemas psicosociales y de malestar emocional; cambios en la estructura familiar y más soledad; incremento de la población inmigrante; más información, nuevas necesidades y expectativas, con mayor exigencia de calidad en los servicios prestados. Por esta realidad social nos hará falta una nueva atención primaria reorganizada, resolutiva, equitativa y comunitaria que responda a las necesidades y valores de las personas. Y la ciudadanía está preparada para evaluar el sistema según su percepción de funcionamiento.

La financiación. Sistemas sanitarios como el nuestro deberían tener asignado de un 20 a un 25% de los presupuesto sanitario global y una estructura de gobernanza para atención primaria. Habría un pacto (como con las pensiones) que permitiera proteger al sistema y al ciudadano. La financiación debería ser pública, capitativa y vinculado al logro de indicadores de resultados en salud. La provisión de servicios debe abrirse a nuevas fórmulas de gestión más eficientes que impliquen mayor autonomía y flexibilidad organizativa y de gestión (también los recursos humanos). Y si ello implica un cambio del marco jurídico del trabajador público, habrá afrontarlo, para la salud de las personas.

Las organizaciones. El sistema sanitario dispone de información suficiente para extender las experiencias organizativas que han demostrado que funcionan, preservando el área básica de salud como un elemento territorial que responde a valores de carácter comunitario, cultural o educativo. El centro de atención primaria (CAP) debe gestionar un presupuesto propio, siendo médico/a de familia y enfermero/a el binomio líder y coordinador que ha demostrado ser más efectivo, evitando la creación de dispositivos que fragmenten la atención longitudinal, integral y continuada de la persona.

Modelos participativos

Los CAP deben interactuar con ayuntamientos, entes locales, agencias de salud pública y organizaciones ciudadanas. La organización de los centros se ha centrarse en modelos participativos de profesionales clínicamente competentes, formados en gestión, y con un liderazgo propio. Es evidente que los centros pueden incorporar nuevas profesiones para responder necesidades ciudadanas, pero tendrán que depender presupuestariamente de los CAP. La atención a la cronicidad, la complejidad y la atención domiciliaria son competencia del equipo de atención primaria, y cada uno arbitrará la organización y coordinación necesaria para ser accesibles y dar respuesta a las condiciones crónicas complejas.

Todo esto y más debe ser compatible con centros de atención primaria universitarios, donde se crea conocimiento, investigación clínica, innovación y formación (grado y formación MIR). En los últimos 40 años los médicos de familia se han ganado la confianza de la población; y por tanto, los centros de atención primaria deberán ser los elemento centrales no solo del acceso al sistema sanitario, sino también del control y seguimiento de las personas que queremos una atención continuada, longitudinal, cercana, honesta, prudente, integral y de calidad.