Pequeño observatorio

El día que Cela y yo dormimos juntos

El escritor tenía fama de singular, y lo era, amigo de escandalizar un poco con sus palabras y sus hechos.

El premio Nobel Camilo José cela en 1989.

El premio Nobel Camilo José cela en 1989. / periodico

Josep Maria Espinàs

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Ahora que no me resulta fácil caminar se me ha presentado un recuerdo, añoranza y tristeza, de mis viajes a pie. Una serie de caminatas que emprendí por diversos espacios de la península. Una experiencia aportadora de sorpresas, todas enriquecedoras. Bastaba con ponerse a caminar y mirar. Cuánto tiempo hace ya de eso. El tiempo es una máquina de borrar, pero a veces olvida su trabajo.

Y así recuerdo la noche que pasé con el famoso escritor Camilo José Cela. Había tenido relación con él a través de la revista 'Destino'. Cela tenía fama de singular, y lo era, amigo de escandalizar un poco con sus palabras y sus hechos. Cuando supo que yo quería hacer un viaje a pie me dijo que le gustaría unirse. Muy bien, seremos dos. Yo tenía que programar la caminata. Nos pusimos de acuerdo y todo fue bien.

La noche antes de comenzar el viaje teníamos que dormir. Y así lo hicimos, pero en el lugar más inesperado de mi vida: en un gran pajar. Supongo que a Cela le gustó esta rareza. Era un pajar muy grande, repleto de paja. Dijimos "buenas noches" y nos hundimos. Cela y yo no nos veíamos, perdidos en aquel monumento de paja. Pero nos dormimos. Si no me falla la memoria, aquella noche ya no nos dijimos nada más, no fuera que al abrir la boca se nos metiera una brizna de paja. Hay un dicho que reza: "El que de joven no trabaja cuando es viejo duerme en la paja". Yo me atrevería a decir: "El que no trabaja de joven es que tiene dinero de sobras". 

La crónica de aquel viaje tan singular la escribí cuando volví a casa. Salió primero la mía. Cela, en cambio, tardó varios años en hacer la crónica de este viaje, adornada de filigranas literarias. Hubo quien pensó que la historia de la paja y el pajar era una invención de Cela. Cuando volví a casa, reflexioné: si se trata de un buen escritor, la verdad y la ficción no son exigibles.