ANÁLISIS

Reparar Belo Horizonte

Brasil se mide con Argentina en la semifinal de la Copa América en el mismo estadio en el que encajó el 1-7 ante Alemania

Dani Alves se prepara para lanzar una falta junto a Everton y Coutinho.

Dani Alves se prepara para lanzar una falta junto a Everton y Coutinho. / periodico

Axel Torres

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La historia le entrega a Belo Horizonte una segunda oportunidad. No podrá borrar jamás el recuerdo de ese drama nacional que supuso el 1-7 ante Alemania en las semifinales de un Mundial que había que ganar obligatoriamente –así se percibía allí–, pero si algún partido puede ayudar a restaurar los efectos de la tragedia y a devolverle el honor a un estadio al que se le colgó la etiqueta de maldito ese es sin duda un Brasil-Argentina. En el mismo Mineirao de la pesadilla del 2014 se va a disputar el gran clásico del fútbol suramericano, que servirá también para ganarse una plaza en la final de Maracaná de la Copa América 2019.

El papel de las estrellas

Brasil llegará al partido como favorita. Porque ni ha perdido ni ha encajado ningún gol en lo que va de torneo. Porque juega en casa –y a pesar del mencionado precedente–. Y porque Messi no está firmando un torneo especialmente destacado. Solo ha anotado un gol en los cuatro partidos disputados, y fue de penalti. Tampoco ha tenido una gran participación en el juego. Scaloni le ha diseñado un sistema aparentemente propicio, con dos delanteros por delante y tres centrocampistas interiores por detrás, pero a la hora de la verdad le está costando aparecer en una zona enormemente congestionada y vigilada. Sin embargo, ¿quién se atrevería a descartar que vaya a despertar?

También Coutinho está siendo víctima del embudo que se crea en el área de influencia de los teóricos mediapuntas. Escribimos hace un par de semanas que la ausencia de Neymar le entregaba el liderazgo que aparentemente necesitaba para brillar, y que también Tite estaba dispuesto a convertirlo en la pieza fundamental de su engranaje ofensivo. No se aprecia, sin embargo, una gran diferencia en su rendimiento con respecto al nivel por momentos apático que tanto ha desesperado esta temporada en el Camp Nou.

Los secundarios

En realidad, el que se está beneficiando de la baja del mediático atacante del PSG es Everton, un extremo de Gremio que ganó la Libertadores compartiendo vestuario con Arthur. Ocupa su posición en el campo, empezó el torneo como suplente y ya ha sentado a David Neres. Lleva dos buenos goles y en el espeso encuentro de cuartos ante Paraguay, resuelto por penaltis, fue de nuevo el más incisivo e inspirado en el uno contra uno. Aporta profundidad a un conjunto que puede pecar a menudo de un exceso de lentitud y horizontalidad.

Seguro que su estado de forma preocupa a Scaloni, que no acaba de encontrar a un lateral derecho que le convenza plenamente. Saravia, recién fichado por el Oporto, fue su primera elección y se cayó tras un desafortunado debut ante Colombia. Juan Foyth, que es más bien un central, le sustituyó ante Venezuela. El del Tottenham ya ha tenido problemas en la Premier para medir su impulsividad, y seguro que Everton le buscaría desde el primer minuto.

Tite o Scaloni, solo puede quedar uno

El estadio quiere limpiar su nombre y los entrenadores evitar el descrédito. Tite Scaloni, tan distintos en cuanto a currículum y trayectoria, se juegan su futuro. El que pierda tendrá muy difícil continuar.