Arrepentimiento

Finalizó el juicio como empezó, con las palabras de los acusados. De nuevo, las voces volvieron a ser disonantes. Hay quienes clavan los pies en el suelo, hay quienes siguen aupados en la tribuna política. Volvió, pues, la grandilocuencia de la épica y la mística. Salvadores entre el 'dhoti' de Gandhi y la gorra del Che.  

El tribunal decidirá la sentencia. A título personal, ni veo la violencia ni el golpe de Estado. Solo puedo desear que todos los acusados regresen a sus casas. Políticamente, para el futuro de Catalunya, quizá no sea tan relevante. Se especula mucho sobre la necesidad de su libertad para recuperar la normalidad del país. Ya no sé lo que es normal, pero si se trata de echar tierra sobre la grieta que separa la convivencia, en los alegatos de algunos de los acusados no se encontrará ni un canastillo de arena. Se siguen sintiendo dueños de la voluntad de toda Catalunya. Siguen sin comprender la profunda tristeza, el hastío y el sufrimiento que generan entre la mitad de sus conciudadanos. Para ellos, no tuvieron, igual que no lo tiene el actual gobierno de Torra, ni un segundo de arrepentimiento.