De Madrid al cielo
Javier Aroca
Analista político
Javier Aroca
Madrid, siempre Madrid. Parece como si las elecciones no valieran, como si todo debiera pasar una reválida capitalina. No le quiero quitar importancia a los gobiernos municipal y regional de la capital, pero hay vida más allá de Madrid. Los ciudadanos han hablado, hace muy poco, y de forma insistente han dicho algunas cosas que no tendrían que repetir: el centralismo no tiene futuro; la ultraderecha es un 'spin off' de la derecha española de siempre, la franquista; conviene, ahora, un gobierno progresista, o unos. 'Roma locuta causa finita', pero, no: Madrid, como Maria Cristina, nos quiere gobernar .
Todo el Estado a expensas de lo que decidan en Madrid, de cómo se compongan. Entre la derecha alimenticia y la izquierda disolvente. Tener el poder en Madrid es la garantía de que las derechas, ampliamente derrotadas en casi todas partes, puedan seguir respirando e, incluso, dicen, ejercer la oposición a la voluntad general expresada por todos los rincones del estado de manera mayoritaria.
En realidad, todo el lío capitalino es la caja de resistencia de los perdedores, PP y Ciudadanos, despojados de sus aspiraciones de poder y escasamente representativos, por no decir nada, en los territorios más relevantes política y económicamente del Estado, es decir, Catalunya y País Vasco. Pero no tienen complejos en salpicar a todo el mundo exterior o interior. Como decía un viejo maestro: el poder piensa que España empieza en La Castellana y termina, como mucho, en Principe Pío.
Ahí tenemos el ejemplo de Andalucía, donde la extrema derecha tomó carta de naturaleza. Vox dice que no votarán los presupuestos de Andalucía. No se lo crean. Los dirigentes andaluces son los curas de pueblo de todo esto. Al igual que el gobierno de Andalucía se decidió en Madrid, ahora, sus presupuestos se decidirán de la misma forma y en el mismo foro.
Está en juego Navarra, Aragón, Barcelona, Castilla León ... pero , 'Madrid First'. La extrema derecha no tiene ninguna intención de dinamitar Andalucía, no porque le importe sino porque le importa un comino. Es solo su moneda de cambio para seguir en el palmito. Y de camino, acechar a la derecha. Los curas de pueblo de Andalucía se conforman con dar misa todos los días y recoger el cepillo. No acaban de comprender que no hay vuelta al centralismo. Lo pagarán.
Todo es orgánico y para que los órganos funcionen lo primero es comer. Ciudadanos, pendiente de que sus veleidades con la ultraderecha no atraigan consecuencias indeseadas dentro y fuera. El PP, pendiente de que algo asista a Pablo Casado. Madrid bien vale una misa y una mesa. Alberto Núñez Feijóo, ya desprovisto del título de 'El deseado', ha reafirmado su convicción del derecho a gobernar de las listas más votadas, haciendo un notable malabarismo con las aproximaciones a Vox. Habrá que ver en cada territorio, dice. ¿Ignora quién ganó en Madrid? Dice más, Andalucía es un “modelo razonable”. Razonable gobernar con la extrema derecha contra la lista más votada, el PSOE. Difícil razonar y comer. Vox imprimirá, sí o sí, su impronta en los Acuerdos de Madrid. Y de Madrid, ya se sabe, al cielo.
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