IDEAS

John Wick solo hay uno

Keanu Reeves, en una imagen promocional de 'John Wick: Capítulo 3 - Parabellum'

Keanu Reeves, en una imagen promocional de 'John Wick: Capítulo 3 - Parabellum'

Desirée de Fez

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No nos merecemos a John Wick. La existencia en 2019 de la saga de acción protagonizada por Keanu Reevesde la que este viernes se estrena la tercera parte, es entre insólita y milagrosa. No solo porque sea espléndida y vaya a más a cada nueva entrega, sino porque ha conseguido destacar en el cine de entretenimiento actual de un modo poco convencional, yendo por libre y sin amoldarse a los esquemas (conceptuales, comerciales y estilísticos) que dominan el mercado.

Esta saga brilla por ir a la suya. Para empezar, está liberada del compromiso con una franquicia mítica, del miedo a traicionarla y de la necesidad del director de dejar en ella una huella personal a la altura del encargo

Meses atrás, compartía mi preocupación ante un cine comercial huérfano de nuevas mitologías, sometido por inercia a la continuación y actualización de relatos (y personajes) de considerable antigüedad: series eternas, revisiones y todo tipo de derivados. Una saga como la que abrió 'John Wick' (2014) desmota un poco mi tesis. Digo solo un poco precisamente por eso, porque John Wick solo hay uno, porque su existencia es excepcional.

Seguro que exagero, seguro que hay casos parecidos (o no). Pero es innegable que esta saga brilla, básicamente, por ir a la suya. Para empezar, está liberada (de momento) del compromiso con una franquicia mítica, del miedo a traicionarla y de la necesidad del director de dejar en ella una huella personal a la altura del encargo. Pienso en 'Misión: Imposible' y 'Fast & Furious', sagas extraordinarias que, incluso en manos de cineastas personales, se conciben teniendo en cuenta esos factores. Por eso 'John Wick' está tan viva. Por eso y porque, al levantar un universo y a un personaje desde cero (aunque en ellos convivan otros relatos y héroes), al hacerlo sin la esclavitud de los orígenes (cinematográficos, televisivos o literarios), no está tan condicionada por las exigencias del público.

La saga protagonizada por Keanu Reeves, inmenso, tampoco se somete al cine actual 'mainstream' de entretenimiento en su concepción de la acción (las set pieces abrumadoras, virtuosamente coreografiadas, se imponen al pajareo resultón y la traca final), en su diálogo con el pasado (la asimilación de otras películas derriba la referencialidad de chichinabo), en su creación de un universo criminal o en su dimensión estética. Esta saga es una rareza y hay que agarrarse fuerte a ella.