El 26-M en Barcelona

Parejas de baile electoral

A más JxCat menos Maragall; a más PSC menos Colau

Los candidatos a la alcaldía de Barcelona Ada Colau (BC), Elsa Artadi (JxCat), Manuel Valls (Cs), Ernest Maragall, Jaume Collboni, Josep Bou y Anna Saliente (CUP), el pasado 25 de abril.

Los candidatos a la alcaldía de Barcelona Ada Colau (BC), Elsa Artadi (JxCat), Manuel Valls (Cs), Ernest Maragall, Jaume Collboni, Josep Bou y Anna Saliente (CUP), el pasado 25 de abril. / periodico

Xavier Bru de Sala

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Aun dando por bueno que Maragall y Colau se disputan la alcaldía mano a mano -se la disputan, sí, pero a distancia la segunda del primero-, que uno de los dos obtenga un voto más que el otro no depende de los indecisos entre 'comuns' y ERC sino de los votantes que a la alcaldesa se le van a escapar en dirección al PSC y de los que desde el candidato de apellido más ilustre podrían desfilar hacia la formación de los amigos de Puigdemont.

Que los dos cabezas de lista con opciones de alcanzar la alcaldía pueden ser pareja de baile gubernamental –y ya veremos quién marca el paso a quién— es evidente. También lo es que no forman pareja de baile electoral. La pareja de baile electoral de Ada Colau es Jaume Collboni. La de Ernest Maragall es Elsa Artadi, dada la obligada escasa presencia mediática del número uno, Joaquim Forn. Si como avanzaba el otro día Albert Sáez en estas páginas, el efecto Pedro Sánchez juega fuerte a favor de los socialistas, Collboni puede avanzar más de lo previsto. Fatal para Colau, fantástico para Maragall. En cambio, si como se desprende del diferencial, ya histórico, entre los sondeos y los resultados -invariablemente contra los sondeos, que se quedan cortos por sistema, y a favor de unos resultados siempre mejores de los previstos-, JxCat mejora en relación a las predicciones, dómino para Colau, desastre para Maragall. De manera tan indirecta como se quiera pero efectiva, la alcaldía de Barcelona puede depender pues de dos factores tan poco ligados a los problemas y la gestión de la capital catalana como son Pedro Sánchez y Carles Puigdemont.

Si la JEC no se hubiera lucido con la campaña gratuita más brillante de la historia a favor del faro rebelde de Waterloo, Maragall tendría la victoria en el bolsillo. La corriente independentista-soberanista de fondo a favor de ERC es lo bastante nítida, profunda y persistente como para dudar de ello. Por si fuera poco, Esquerra ganó en las generales no solo en Barcelona sino, revolcón aún más significativo, en Sarrià-Sant Gervasi, el feudo tradicional de los convergentes y sus sucesivas metamorfosis. Por otro lado, la marca de la alcaldesa cotiza a la baja. Y hay que tener en cuenta además que si el PSC suscribió, y con qué entusiasmo, el primer 155, ahora se muestra con firmeza en contra de un segundo 155. Sin embargo, la dicotomía entre voto disperso y voto útil es difícil de prever en ambos casos. Si el de izquierdas se concentra en Colau y el independentista en Maragall, pueden sumar entre ambos los famosos y convenientes 21 concejales. Si uno de los dos sufre una fuga importante hacia su pareja de baile electoral, gana el otro. Si la sufren ambos, la ciudad será más difícil de gobernar. A más JxCat menos Maragall; a más PSC menos Colau.

Vamos a por la pareja menor, la pintoresca, que está formada por Valls y Bou. Manuel Valls solo podría paliar el desastre -desastre para un ex primer ministro de Francia es no competir por la victoria- si el PP obtiene tan pocos votos que se queda fuera del consistorio. Si esto no ocurre, como el olfato y los sondeos parecen indicar, al desastre del criptocandidato de Cs se sumará el bochorno de un resultado humillante.