IDEAS

El 'spoiler' del fin del mundo

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Miqui Otero

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Voy a hacerles un 'spoiler': el mundo no terminará con un desastre nuclear ni con una profecía milenarista, ni siquiera con la masificación de tiendas especializadas en cereales ni con el hackeo de toda la flota mundial de monopatines eléctricos, sino con una ficción demasiado exitosa.

Ya lo han visto estos días con el miedo a revelar los volantazos de guion de 'Juego de tronos'. La gente bloqueaba palabras clave en sus redes sociales e iba berreando por la calle que nadie les hiciera 'spoiler': "Sí, el entrecot poco hecho, ¡pero no sonría que entonces ya sé lo que pasa!", etcétera. Estos días, en medio de una pelea callejera, lo que se gritaba no era "cuidado, que te voy a hacer una cara nueva", sino "o te achantas o te digo qué pasa con Daenerys".

La ficción definitiva provocará que la gente deje de hablar y, entonces, la procreación sea inviable

Es solo el principio: la ficción definitiva que provocará el fin del mundo hará que la gente huya del wifi y viva en modo avión, que empiece a hablar en clave (mira a tus nueve, el águila está en el nido) hasta que toda conversación sea indescifrable y deje de hablar y, entonces, la procreación sea inviable. Hay quien dice que el 'procés' separó familias y amigos, pero esperen a que llegue esa ficción definitiva. Ríanse también de los agoreros conversos de Silicon Valley. Porque ni siquiera el 'Aquí hay dragones' de los mapas medievales dará tanto miedo como la palabra 'spoiler'.

No siempre fue así. Cuando en el siglo XIX los barcos ingleses llegaban a Ellis Island, los neoyorquinos esperaban a los viajeros para asaltarlos nada más desembarcar y preguntarles qué napias les pasaba a los personajes de las novelas de Dickens, a las que estaban enganchados. En las calles de París, asediaban a los porteros alfabetizados para intentar que les leyeran el siguiente capítulo de Eugene Sue. Lo normal era querer saber, no evitarlo. Yo mismo llamaba a mi abuela en Galicia, ya que 'Bola de Drac' iba unos capítulos por delante allí. "La información es poder", pensaba mi ambicioso yo infantil en el patio.

En cambio, desde hace tiempo, se habla de series de un modo deportivo. Como quien compara kilómetros corridos o flexiones realizadas. Frases cubistas como "ya voy por el segundo de la tercera, pero ojo porque no vi el quinto de la segunda" han desbancado en nuestros ascensores a clásicos como "parece que refresca" o "es que en Madrid es más seco". Es un placer más atlético (a ver quién ha visto más) que emocional o intelectual. Pero uno no puede dejar de alegrarse de que lo que pueda poner en jaque el planeta sea la capacidad del ser humano para seguir inventando ficciones. Ya se lean en las secciones de política de periódicos o se vean en la tele de pago.