Opinión | Editorial

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Se acerca la batalla de Barcelona

Ante la fragmentación que se augura, lo único seguro es que el gobierno municipal tendrá que estar integrado al menos por dos socios

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Sin recuperar el resuello tras las elecciones del 28-A, los partidos catalanes se preparan para las europeas y municipales del 26 de mayo. Destaca la batalla de Barcelona, que se libra en varios planos. Aunque siempre se ha dicho que el voto municipal valora la gestión en la alcaldía, estas elecciones no podrán obviar ni la influencia del procés –para el independentismo, es capital controlar  Barcelona— ni la repercusión que pueda tener en el gobierno de la ciudad el triunfo de Pedro Sánchez en las generales.

La batalla de Barcelona dictará sentencia sobre la controvertida gestión de Ada Colau, que ha gobernado cuatro años con solo 11 concejales de 41 –únicamente durante año y medio lo hizo aliada al PSC, con 15--, lo que ha comportado inestabilidad, renuncia a proyectos, rectificaciones y varias reprobaciones de la oposición por la política de seguridad y otras. Características de esta campaña son también la presencia de grandes figuras políticas, como la propia Colau, Ernest Maragall o Manuel Valls, y la huella del proceso soberanista y sus consecuencias, con una candidatura, la posconvergente, encabezada por un exteniente de alcalde ahora preso y juzgado por el Tribunal Supremo, Joaquim Forn.

Hasta ahora, las encuestas han pronosticado una victoria de ERC, seguida a corta distancia por Barcelona en Comú. Pero el triunfo del PSOE en las generales ha dado alas a Jaume Collboni hasta el punto de que se especula con que pueda producirse un triple empate, mientras la lista de Valls pierde fuelle. Tampoco puede descartarse que la lista del exprimer ministro francés recupere la fuerza inicial y dé una sorpresa. El problema para Valls es que sus opciones se limitan a quedar en primer lugar porque si no las candidaturas independentistas y los comuns se unirían contra él para que no gobernase.

Ante la fragmentación que se augura, lo único seguro es que el equipo de gobierno tendrá que estar integrado al menos por dos socios. Maragall apostaría por gobernar con los 'comuns' y los posconvergentes, pero estos dos últimos grupos son incompatibles. Colau preferiría asociarse con ERC o el PSC o con los dos, pero republicanos y socialistas se niegan, por ahora, a colaborar. Todo dependerá de quién llegue primero y para eso quedan tres semanas intensas. Lo mismo puede decirse del conjunto de Catalunya, donde se juega la hegemonía independentista entre ERC, ganadora de las generales, y Junts per Catalunya, que cuenta aún con la mayoría de los alcaldes.