ANÁLISIS

El año en que vivimos peligrosamente

Messi levanta el trofeo de la Liga entregado or Luis Rubiales, presidente de la RFEF.

Messi levanta el trofeo de la Liga entregado or Luis Rubiales, presidente de la RFEF. / periodico

Jordi Puntí

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Ocho de once ligas. La leyenda que el FC Barcelona escogió para imprimir camisetas y celebrar el título 2018-19 habla de muchas cosas. Habla, sobre todo, del dominio de un equipo arrollador, con una excelencia continuada que es muy difícil sostener en una Liga como la española --otro asunto son Francia, Italia o Alemania--. Habla, también, de la influencia histórica de un jugador como Leo Messi, que cuenta ya en su haber con diez títulos de liga (y suma y sigue). Y supongo que el dato, además, pretende valorizar un título medio desdeñado por un Real Madrid al que hasta hace un par de meses solo le interesaba la Champions League.

En realidad lo más impresionante de este título es que los jugadores no se hayan acostumbrado al éxito. Por eso no creo que las cifras -ocho de once- sean lo que vayamos a recordar en el futuro. Como suele suceder, es más importante el cómo que no el qué, el estilo, y lo que acabará destilando esta temporada es que fue el año en que el Barça aprendió a vivir peligrosamente. Y si no, que se lo cuenten a Ter Stegen, que debe ser junto a Messi y Piqué el gran responsable de este triunfo final. La exhibición de reflejos y sangre fría que demostró precisamente el sábado, cuando el Levante se despertó, están a un nivel superior al resto de porteros del mundo, con la excepción quizá del atlético Oblak.

La exigencia a la que ha estado sometido Ter Stegen tiene que ver también con la forma de jugar del Barça de Valverde, que ha ido evolucionando durante la temporada desde un punto de vista táctico y posicional, y a estas alturas todavía soy incapaz de decidir si esta dependencia del resultado es una causa o un efecto de las decisiones del entrenador. En todo caso, sí que podríamos defender que estos cambios han renovado la ambición del equipo, como si basculara siempre entre la calma de Arthur con el balón en los pies y la intensidad de Arturo Vidal para recuperarlo.

Lo que recordaremos

No, en el año en que Valverde decidió que el equipo debía saber sufrir, no vamos a acordarnos de la Liga por sus números, sino por todo aquello que nos ha dejado una huella en la memoria. Jugadas, goles, nombres, emociones. Cada aficionado hará su propia antología. En mi caso, a falta de conocer nuestro destino en la Copa del Rey y la Champions, años a venir recordaré esta Liga por los goles de falta de Messi, marcados algunos de ellos por debajo de la barrera -y también que a partir de ese momento la mayoría de equipos incorporaron un hombre tendido en la barrera-.

Recordaré el debate entre Arthur o Arturo, y entre Dembélé y Coutinho, así como ese gesto torpe del brasileño, taparse los oídos tras marcar un gol. Recordaré que el VAR es como esa canción de los hermanos Yaipén: El amor te da y te quita. Recordaré al Piqué imperial y su progresivo entendimiento con Lenglet. Recordaré al Camp Nou aplaudiendo al Ajax, Recordaré, por fin, algunas exhibiciones de Messi, como ese gol tan plástico que marcó en el campo del Betis, y también que ese día jugamos con dos Messis, pues Suárez dejó un gol de lujo que podría haber marcado el argentino.