Análisis

Leamos y editemos en catalán, desde la normalidad

En el día de Sant Jordi se venden más libros en catalán que en castellano. Una situación excepcional que con el tiempo se convertirá en normal

Sant Jordi se vive con intensidad en Sabadell con actividades durante toda la semana.

Sant Jordi se vive con intensidad en Sabadell con actividades durante toda la semana. / periodico

Montse Ayats

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Este martes es el Día de Sant Jordi, una fecha en la que en nuestro país, de manera excepcional, se venderán más libros en catalán que en castellano. El resto del año, la tendencia habitual es que de cada cuatro libros que se venden en Catalunya, tres sean en castellano y uno en catalán. Esta cifra no incluye los libros de texto, no porque no sea un sector importante de la edición sino porque se trata de un tipo de libro que funciona por prescripción y que en Catalunya solo se puede comprar en catalán y, por tanto, no nos permitiría comparar las cifras entre las dos lenguas.

Esta proporción se tradujo en las siguientes cifras en 2017: de los cerca de 485 millones de euros que se facturaron en Catalunya por la venta de libros -por cierto, el del libro es el sector cultural que más factura-, unos 236 correspondían a la edición en catalán que, sin el libro de texto, se situó en unos 126 millones de euros. La última cifra, que es la más importante a la hora de ver cómo evoluciona el sector, va experimentando un crecimiento moderado cada año, especialmente en cuanto a la narrativa y la literatura infantil y juvenil, lo que hace que podamos ser optimistas.

La evolución

La edición en catalán tiene una trayectoria larga que nos ha explicado muy bien el profesor de la UVic-UCC, Manuel Llanas, en varios artículos y libros. La primera obra impresa en catalán es de 1474 y tenemos la suerte de contar con el sello editorial en activo más antiguo del mundo, la Abadia de Montserrat. A pesar de los embates que ha sufrido en determinados momentos de la historia, la edición en nuestra lengua se ha mantenido a lo largo de todos estos siglos. Y, en los últimos años, hemos observado como poco a poco va ganando terreno. Y, desde mi punto de vista, ganará más.

El catalán continuará ganando lectores porque desde los años 90, todas las personas escolarizadas en Catalunya aprenden a leer y escribir en catalán, independientemente de la lengua materna que tengan. Y este hecho tiene repercusión tanto en la posibilidad de convertirse en lector habitual en esta lengua (las personas que no fuimos escolarizadas en catalán, muchas de las que hoy tenemos más de 35 años, no siempre hemos optado por el catalán a la hora de leer) así como en la posibilidad de crear con normalidad desde esta lengua. Y esto explica también, diría, el buen momento que vive la creación literaria en catalán.

La traducción

El catalán ganará más lectores porque hay una apuesta decidida de los editores y los traductores por incorporar obras de otras lenguas, y esto se hace con una lengua viva, rica y cercana al lector. Unas obras que, a diferencia de otras épocas, se publican al mismo tiempo que la edición del mismo título en castellano y tienen el mismo precio de venta. En los últimos tiempos hemos visto, por ejemplo, que incluso el ensayo extranjero traducido al catalán, prácticamente inexistente hasta ahora, empieza a asomar la nariz. Y hemos podido comprobar, por otra parte, que, con una presencia correcta en los medios de comunicación y la visibilidad en los puntos de venta, elementos fundamentales para que el posible lector conozca la existencia de la versión en catalán, algunas traducciones de obras extranjeras se han vendido más en catalán que en castellano. Supongo que estarán pensando que una flor no hace verano. Tienen razón. Pero, hasta ahora, no se había producido este fenómeno y se trata de poner en valor y de mostrar que hay unos lectores que optan por el catalán si lo que quieren está publicado en nuestra lengua.

Y el catalán ganará más lectores porque la mayoría de editores que editamos en esta lengua lo hacemos desde la normalidad, porque lo sentimos así, pero con ambición y con voluntad de llegar a todo tipo de lectores. Y para que, a pesar de competir unos con otros, también sabemos trabajar colectivamente y somos capaces de impulsar, con los demás agentes del sector y las administraciones, eventos como la Setmana del Llibre en Català que permiten hacer visible la fuerza y la diversidad de la edición en catalán desde el corazón de Barcelona, capital mundial de la edición.

Todos estos factores, acompañados de unas políticas culturales decididas, deberían hacer que a medio plazo lo que hoy es una excepción tienda a ser la normalidad, que quiere decir la normalidad de un país en el que hay una parte importante de personas que hablamos y escribimos una lengua, el catalán, que es la de nuestros padres y de nuestros abuelos y que queremos que sea también la de nuestros hijos y la de nuestros nietos. Siempre, claro, desde el respeto hacia las otras lenguas y literaturas y, por tanto, contra nada ni contra nadie.

Presidenta de EDITORS.CAT

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