Dos miradas

A la intemperie

Aparentamos vivir en la normalidad y, muy a menudo, olvidamos que todo pende de un hilo

Caída del árbol en Cornellà de Terri.

Caída del árbol en Cornellà de Terri.  / periodico

Josep Maria Fonalleras

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Este lunes será fiesta en Cornellà del Terri porque se volverá a plantar el “arbre del maig”, una antiquísima tradición que tiene que ver con el rebrotar de la naturaleza y el elogio de la regeneración, al tiempo que se entronca con la leyenda del "cornudo" y la liberación de la sujeción feudal de los siervos y de los "malos usos" medievales. Pocos días antes de la "plantada" (que, de hecho, es una sujeción del altísimo tronco en un espacio de la plaza mayor), los vecinos se acercan a la orilla del Terri eligen un árbol de ribera, un chopo o un álamo, que sea suficientemente esbelto y suficientemente resistente para permanecer durante todo un año como símbolo y continuidad de la tradición. Lo sierran y, el lunes de Pascua, lo acarrean hacia el pueblo.

Antes, sin embargo, se debe cortar el antiguo (es el paso del tiempo, el curso de las horas, el ciclo de la vida) para dejar sitio al nuevo. Esto es lo que hicieron en Cornellà este Viernes Santo. Todo está medido, pero esta vez la tragedia sobrevoló el pueblo. Seguro que han visto las imágenes. Grandes y pequeños se salvan por décimas de segundo, ante la inminencia de una caída sin control. Un golpe de viento, un accidente, lo que viene a romper el curso regular de las cosas. La placidez vive pendiente de estos detalles. Aparentamos vivir en la normalidad y, muy a menudo, olvidamos que todo pende de un hilo. Y que la vida consiste en esquivar la desmesura que se nos echa encima, inconscientes de su fuerza, a la intemperie.