Al contrataque

El taxi, por mal camino

El sector del taxi encarna casi mejor que nadie la continuidad de la vieja ley del más fuerte

Los taxis de Barcelona vuelven a circular tras seis días de huelga

Los taxis de Barcelona vuelven a circular tras seis días de huelga. / periodico

Antonio Franco

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No crean a quienes dicen que se ha resuelto el conflicto del taxi. Lo único que tenemos es una nueva etapa sin salvajadas de los centenares de taxistas -no todos- que han aprendido a conseguir los objetivos gremiales haciendo encajar sus chantajes con las cobardías de los poderes públicos. Y de forma especial, con la inhibición, de los policías que tienen la obligación de garantizar que respeten a los demás ciudadanos, tanto a los usuarios como a sus competidores. Esta falsa paz durará solo hasta que decidan extralimitarse de nuevo.

El sector encarna casi mejor que nadie la continuidad de la vieja ley del más fuerte y del poder de la intimidación física pese a que demos por asentado al Estado de derecho. Algunas de sus reivindicaciones son justas. Deben ser atendidas. Aun así , no intentan materializarlas porque lo sean y a través de los cauces legales (lo suyo casi nunca es un ejercicio democrático del derecho de huelga). Si sus competidores hiciesen lo mismo Barcelona sería famosa por sus batallas campales. Puestas las cosas así, aprovechan su fuerza para perseguir también objetivos ilógicos. Esta vez querían que los coches VTC  solo pudiesen contratarse con muchas horas de antelación y que sus conductores tuviesen prohibido utilizar los GPS localizadores. Creo que hay cosas injustas que han conseguido ahora que las frenarán los tribunales. Y volverá la extorsión.

¿Hay taxistas buenos y taxistas malos? Conozco personalmente a algunos que son personas impecables. Pero esos impecables en los conflictos se convierten en taxistas incapaces de rebelarse contra los compañeros desalmados y encauzar la protesta ciñéndose a lo legal. Tampoco renuncian a lo que los brutos consiguen por la vía de la extorsión.

En esa debilidad les acompañan los poderes públicos -el  local, el autonómico y el estatal-- por cobardía y por falta de coraje político para reestructurar a partir de las nuevas realidades sociales y tecnológicas el transporte público urbano. Ahora tampoco se ha entrado a intentar resolver la cuestión de las licencias, un mercado de especulación privada ya obsoleto. No atienden a que para los usuarios del transporte la competencia es buena y su único límite es que se haga garantizando pagando seguros y con fiscalidad. Porque lo demás son historias. El taxi amarillo y negro es entrañable pero todos nos hemos encontrado con taxistas que ni son profesionales expertos en la conducción o en el buen trato a los clientes, o que no conocer mínimamente la ciudad y los secretos para circular idóneamente por ella. Es como si dentro de la UE tuviesen que perdurar las fronteras únicamente porque el viejo monopolio del cuerpo de aduaneros tenía unos derechos adquiridos y nadie debía tocarlos.