IDEAS

Un gravísimo problema de fácil solución

Joan Subirats, comisionado de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona.

Joan Subirats, comisionado de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona. / periodico

Xavier Bru de Sala

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No una sino dos veces estuve a punto de ocupar el cargo que con tanto acierto gestiona Joan Subirats como comisionado de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona. Ante la segunda, convencí a Miquel Roca para que asumiera la solución (y deberíais haber visto la cara del 'president' Pujol cuando 'su' candidato la proclamaba). Así pues, hay solución. Que nadie se haya atrevido luego a ponerla en práctica y muchos ni siquiera a imaginársela no significa que no sea la única que depende de una sola voluntad: la de la alcaldía.

El Ayuntamiento de Barcelona dedica muchos esfuerzos a subvencionar equipamientos culturales de todos los catalanes 

Hay dos maneras de definir el problema. La buena y la que todo el mundo asume pero es incorrecta. La pertinente comienza por reconocer, y aplaudir, el esfuerzo en cultura del Ayuntamiento de Barcelona. Siempre ha sido extraordinario y lo sigue siendo. Noventa euros por habitante y año dan para mucho sobre el papel pero, ay, para muy poco en la realidad. El hecho se debe a la persistencia acrítica de un fenómeno único en Europa: el consistorio de la capital dedica una parte sustancial de sus esfuerzos a subvencionar los equipamientos culturales de todos los catalanes. Bajo el franquismo tenía todo el sentido del mundo. En los primeros años de las estrecheces autonómicas, pues tal vez. Pero desde hace muchos años que es un despropósito.

No es preciso mentar París o Berlín. ¿Quién paga el Capitolio, el teatro de la ópera de Toulouse? No la Ville sino el Estado francés. ¿A santo de qué? Porque es nacional. Que Barcelona destine tantos y tantos millones de euros de los barceloneses a equipamientos que son de todos los catalanes no tiene ningún sentido. Ninguno. Contribuye a condenar a las grandes instituciones al raquitismo -por disolución de responsabilidades- y capa la capacidad cultural transformadora del Icub. La solución: dejar de pagar desde Barcelona, avisando el año anterior, todo lo que no sea municipal. Y si la Generalitat no puede mantener dignamente los equipamientos nacionales, que asuma la responsabilidad de cerrarlos. Jamás lo haría.