Análisis
New York, Milán, Barcelona
Ester Oliveras
Economista. Profesora en la Universitat Pompeu Fabra (UPF).
Ester Oliveras
Algunas personas recordamos aquellas salidas internacionales de corta duración que tenían como destino Andorra: comprar azúcar, leche, chocolate, queso y tabaco. Rellenar el depósito de gasolina antes de abandonar el país y, si se había adquirido algún pequeño aparato electrónico, esconderlo ansiosamente debajo del asiento al pasar la aduana. Después, respirar aliviados al entrar de nuevo en territorio conocido. Cosas del pasado.
Sin embargo, el concepto “turismo de compras” no aparece mencionado hasta hace aproximadamente cinco años en un informe elaborado por la UNWTO, la Organización Mundial del Turismo. Se considera turismo de compras si en el momento de elegir el destino turístico, el consumidor valora la posibilidades de realizar compras en ese lugar.
Desde hace varios años La Roca Village, el centro comercial al norte de Barcelona que agrupa 'outlets' de marcas de lujo, aparece como uno de los destinos más visitados por los turistas, incluso por delante de la Sagrada Familia o el Parc Güell. Triste pero cierto. Y, a la vez, muy beneficioso para la economía. En 2017, la industria turística generó una contribución a la economía mundial de 7,17 billones de euros. Un porcentaje de esta cantidad corresponde a las compras de souvenirs, ropa, calzado o joyas. Es una cifra que aumenta anualmente y por la que diversos destinos turísticos compiten con el objetivo de llevarse una parte del pastel. Quizás por ello, La Roca Village invertirá 50 millones en remodelar una parte de sus instalaciones y, con los datos actuales en la mano, apunta a una inversión rentable. Durante la primera mitad del 2018, según un informe de Turespaña sobre las operaciones realizadas con tarjetas bancarias emitidas en el extranjero, durante la primera mitad del 2018, el gasto ascendió a más de 16 millones de euros, de los cuales el 31% fueron en Catalunya. El gasto medio por turista se situó en los 296 euros y, de estos, 44 fueron destinados a compras.
Entorno al turismo de compras, existen otras evidencias interesantes. Por ejemplo, se ha constatado que aquellos destinos en los que ir de compras es un atractivo turístico, las estancias suelen ser más largas y, por lo tanto, de mayor beneficio económico. También se ha comprobado que existe una relación entre distancia y consumo. Las personas que recorren más quilómetros gastan más, posiblemente ante la activación de diálogos internos que incluye frases del tipo “ya que estoy aquí…”. Por si esto fuera poco, otros estudios apuntan a que una experiencia positiva de compras tiene un impacto muy relevante en la vivencia del turista, quizás más de lo que pueden aportar las visitas culturales o paisajísticas, lo que puede favorecer a que se repita el mismo destino turístico.
Contradicciones de la época que vivimos. Por un lado, tenemos acceso a casi todos los productos y marcas disponibles sin movernos del sofá pero, al viajar al extranjero, se despierta el deseo de explorar, también en los centros comerciales: los nativos comprando online y los turistas paseando por las tiendas.
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