Opinión | Análisis

Sònia Gelmà

Periodista

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La humareda del VAR

La excusa del arbitraje, siempre zafia en los clubes grandes, es especialmente bochornosa en el actual momento del Madrid

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zentauroepp46449599 real madrid s vinicius junior reacts during a spanish la lig190107193730 / AP / PAUL WHITE

Y de pronto, resultó vital debatir sobre la utilidad o no del VAR. No es una cortina de humo nueva, aunque sí lo sea esta tecnología que tiene su gran talón de Aquiles en el criterio utilizado para definir cuáles son las jugadas claras y manifiestas. La excusa del arbitraje siempre ha sido un traje cómodo bajo el que disfrazar las propias carencias. Es una coartada especialmente zafia en los clubes grandes, pero no se me ocurre momento más bochornoso para sacarla a colación que el del Madrid actual. 

Aunque entre Butragueño, Solari y Sergio Ramos hayan levantado la suficiente polvareda, resulta difícil que la discusión sobre la caída de Vinicius -por muy grosero que sea el penalti-, produzca suficiente confusión como para olvidar que el Madrid lleva 26 goles por los 50 del Barça, o que ha empezado perdiendo la mitad de los partidos. Deberían habérselo ahorrado, ni que sea por vergüenza torera, la de un equipo que va quinto en la liga, superado, por ejemplo, por el Alavés de Abelardo.

Lo que no puede tapar la humareda del VAR es que el Barça, sin ni siquiera apretar el acelerador, vuelve a destacarse en una competición que ha dominado ampliamente en la última década. Aun sin ser especialmente regular, aun habiendo dejado escapar puntos en casa ante rivales a priori asequibles, aun a la espera de una mayor autoridad en los partidos, los de Valverde encaran el mes de enero con cinco puntos de margen respecto al segundo, el Atlético, y tienen que mirar muy atrás para ver el Madrid, hecho que ya no es noticia.

La brecha del juego

El Madrid ya solo es aspirante al título por su historia. En cambio, lo alejan las matemáticas, que indican que tiene una desventaja de 10 puntos respecto al Barça, y sobre todo lo separa su juego. Resulta difícil creer que va a dejar de tropezar teniendo en cuenta que les falta gol, concentración y unidad en el vestuario. Palabras que pueden poner en mi boca o en la de Modric. La autocrítica del croata ha despejado el paisaje ante cualquier intento de desviar la atención.

Los blancos parecen condenados de nuevo a vincular su destino a la Champions, un flotador que ya quisieran otros, pero que no va a aparecer cada año (aunque ese argumento ya lo utilizáramos el año pasado). Se diría que sus desastrosas ligas pudieran ser un intento por devaluar la competición favorita de su eterno rival. Porque es en ese torneo en el que brilla la extraordinaria competitividad azulgrana, que ha mantenido el tipo incluso en las que no ha ganado. No así el Madrid, que incluso con Cristiano y su teórica garantía de gol, el año pasado también iba a 13 puntos del Barça a estas alturas. Con y sin VAR, el Madrid sigue siendo regular en la Liga: regularmente mediocre.