Dos miradas

Beber de Vox

El problema es hasta qué punto el partido de Santiago Abascal es el terreno de pruebas de Pablo Casado

Pablo Casado

Pablo Casado / EFE / MANU

Emma Riverola

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La igualdad es la trampa. Vox lo sabe. Y va ganando esta batalla. Por ahora ya ha conseguido que el PP planee ofrecer ayudas a los hombres víctimas de la violencia doméstica. Ya solo la formulación es una patada (una más) a todas las mujeres agredidas y asesinadas por ser mujeres. Al poner el foco en los hombres y situarlos como víctimas inventa una situación de indefensión desmentida por todas las estadísticas. Al hablar de violencia doméstica y no machista, niega la mayor: la realidad de un sistema patriarcal que genera multitud de violencias contra las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad.

En realidad, Vox no es el problema. El resultado en Andalucía estuvo marcado por la desmovilización del voto de izquierdas y esa situación no parece extrapolable. Susana Díaz no encarna el socialismo de Pedro Sánchez, la militancia ya lo dejó claro en las primarias del PSOE. El problema es hasta qué punto Vox es el terreno de pruebas de Pablo Casado. Al PP no le importó despertar el anticatalanismo en España con las famosas firmas contra el Estatut y siguió tensando la situación. Entre poder y convivencia, no tuvo dudas. ¿Las tendrá ahora? La crisis hundió a muchos en la precariedad. Y se avecinan nubarrones económicos. ¿Dará réditos electorales culpar a las mujeres de arrebatar oportunidades a los hombres? Basta con mirar la historia para comprobar, con horror, que es posible convertir a las víctimas en culpables.