IDEAS

Cuando el meme eres tú

Paris Hilton, en Los Ángeles en el 2017.

Paris Hilton, en Los Ángeles en el 2017. / periodico

Lucía Litjmaer

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Una imagen del documental 'The american meme', que se estrenó muy recientemente en Netflix, muestra una imagen de Paris Hilton hecha de miles de rostros de Paris Hilton. Lo loco no es eso, sino que la dueña de esa ¿obra de arte? es Paris Hilton, y la tiene en su casa de Paris Hilton. Un mural de sí misma, ahí es nada.

El documental transita las vidas de los tan nombrados 'influencers', el auge y caída de su fama virtual, y la distópica manera de entender la celebridad: como si de un mercado de valores se tratara, miden seguidores, temen perderlos y caer en la desgracia del anonimato, pero, paradójicamente, también ansían una vida anónima y normal. A través de la película uno les ve despertarse, revisar sus redes sociales, desayunar, angustiarse por lo que hicieron la noche anterior, leer a sus 'haters', volver revisar sus redes sociales, crear estrategias de posicionamiento, fracasar, triunfar, fracasar, ganar dinero, convertirse en juguetes rotos, ser odiados y ganar más dinero con ello. Este trasunto de 'Black Mirror' de la vida real logra la empatía y el horror más descarnado a partes iguales.

A partir de los testimonios de Paris Hilton, la modelo Emily Ratajkowski, el productor DJ Khaled o el exitoso y difícil de clasificar Josh Ostrovsky (Fat Jew) se construye la narrativa de este neoliberalismo digital, lleno de emprendedores y artistas que a partir del “háztelo tú mismo”, acaban siendo venerados en ocasiones como dioses, odiados y despreciados como cucarachas en otras, todo a través de la epidermis del teléfono móvil.

Es fácil sentir lástima de ellos, querer envolverles en una mantita, y decirles que mañana será otro día. Al fin y al cabo, quién no se siente perdido y se detesta un poco a sí mismo cuando le insultan en redes sociales. Claro que luego lees que la estrella del pop Taylor Swift vigila a sus fans en secreto usando las más punteras técnicas de reconocimiento facial por miedo a los 'stalkers' y se te pasa un poco.