Dos miradas

Nazis

Si apostamos por la democracia y la convivencia, ya tardan todos los partidos en ponerse de acuerdo y condenar los señalamientos sin recurrir a la socorrida lista de agravios sufridos

Esvásticas pintadas en la fachada de Òmnium Cultural

Esvásticas pintadas en la fachada de Òmnium Cultural / TWITTER ÒMNIUM

Emma Riverola

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Amaneció la sede de Òmnium con esvásticas en la fachada. No es una novedad. Día sí, día también, sedes de partidos, instituciones, organizaciones (o la casa del juez Llarena) aparecen con pintadas acusándoles de nazis, traidores o cualquier otra lindeza. Los agredidos se defienden asegurando que nadie les callará, los afines reclaman a los contrarios que rechacen el ataque y estos se niegan a ser confundidos con los atacantes. Al fin, todos sumamos vulnerabilidades.

Nos escandalizamos poco. Es solo tinta, es cierto. Pero detrás hay personas que se creen tan superiores, tan en posesión de la verdad que, espray en mano, se dedican por la noche a señalar enemigos. Por frivolidad, por ignorancia o, directamente, por odio. No es violencia, pero no es inofensivo.

“Vivir es tomar partido” es la frase de Gramsci más cacareada de los últimos años, arma utilizada contra los equidistantes a los que se confunde intencionadamente con indiferentes, enseña para confundir la política con un ejército al que sumarse o un credo al que someterse. Tomar partido no es vivir entre trincheras. Y si apostamos por la democracia y la convivencia, ya tardan todos los partidos en ponerse de acuerdo y condenar los señalamientos sin recurrir a la socorrida lista de agravios sufridos. Puestos a elegir frases revolucionarias por bandera, podemos escoger a Rosa de Luxemburgo: “La libertad es siempre la libertad del que piensa diferente.”