Análisis

Suspenso en geografía física y política

Se acerca el día de la salida del Reino Unido de la UE y la situación se aproxima al desastre

manifestacion antibrexit en liverpool

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Rosa Massagué

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Todavía no hay ‘brexit’. No se sabe bajo qué forma llegará, si la suave o la dura. No se sabe si el Parlamento de Westminster aprobará o vetará lo que sea que le presenten. No se sabe si habrá un segundo referéndum o elecciones anticipadas. Pero lo que sí se sabe es que el tiempo se agota, que se acerca el día del ‘juicio final’ en palabras de Downing Street, que la situación se aproxima al desastre, y el dinero, que siempre es el más listo aunque se le considere un cobarde, ya ha dicho algo.

La libra esterlina va perdiendo su valor. Ayer lo hizo en un 1% en relación al dólar, en una jornada cuya gráfica parecía una carrera del Dragon Khan. Varias compañías aéreas con capital británico, como Easyjet, Ryanair o el holding al que pertenecen Iberia y Vueling se han apresurado a buscar y presentar argumentos ante Bruselas para demostrar que no son británicas, que son comunitarias. Por si acaso. Los nervios de estas compañías se explican porque el transporte será una de las actividades económicas más perjudicadas por un mal acuerdo o por su ausencia.

El Reino Unido es una isla (e Irlanda del Norte está en otra). Esta peculiaridad geográfica hace que el transporte con el continente sea vital para el país. Eso que parece de cajón fue descubierto la semana pasada por el ministro británico para el ‘brexit’, Dominic Raab: "No había comprendido todo el alcance, pero si uno se fija en el Reino Unido y se fija en cómo comerciamos, somos especialmente dependientes del cruce entre Dover [Inglaterra] y Calais [Francia]". Lo dijo públicamente y se quedó tan ancho.

La niebla del canal

No es que haya niebla en el Canal de la Mancha como refería el célebre titular decimonónico de 'The Times' en un alarde de supremacía isleña sobre el continente. Es que la niebla se ha instalado en Downing Street. Raab no es mejor ni peor que su antecesor en el cargo, David Davis. Son simplemente gente que ignora la realidad y las consecuencias del lío en el que se han metido defendiendo la salida del Reino Unido de la UE.

El ‘brexit’ es una de las mayores, si no la mayor, crisis a las que se enfrenta Londres desde el fin de la segunda guerra mundial. Pero lo hace de la peor forma posible, con ineptitud, con inconsciencia y con un gabinete que parece un colador por el que van desapareciendo los ministros. Ya van ocho dimitidos en dos años. En estas circunstancias de crisis la falta de cohesión en las filas del Gobierno es muy lesiva y va en aumento.

Hasta ahora los dimitidos eran partidarios del 'brexit' duro, enemigos acérrimos de los intentos de Theresa May por encontrar un camino suave a la salida. Sin embargo, el último en irse, Jo Johnson, hermano del bocazas de Boris, ha sido partidario de seguir en la UE. Su salida es muy mala noticia para la primera ministra porque puede arrastrar a otros miembros del gabinete que piensan igual que él.

Johnson se ha ido porque considera que lo que se está negociando sería un gran error. "Como secretario de Estado de Transportes, sé que infringiría un daño inenarrable a nuestra nación", dijo. Éste sí que sabe geografía aunque haya llegado tarde a clase.