Al contrataque
Banderas y hostias
Amigo Dani Mateo, estamos viviendo la sacralización de los nacionalismos y el integrismo de lo simbólico
Xavier Sardà
Periodista
Es licenciado en Ciencias de la Información, con una amplia trayectoria en radio y televisión. Su actividad se centra actualmente en tertulias de carácter político.
Xavier Sardà
Amigo Dani Mateo, las cosas están muy alteradas y estás recibiendo hostias por todas partes. Estamos viviendo la sacralización de los nacionalismos y el integrismo de lo simbólico. Una mierda, vamos. Peor, dos mierdas.
Noah Harari nos cuenta que cuando el Estado Islámico conquistó gran parte de Siria e Irak, asesinó a decenas de miles de personas, demolió yacimientos arqueológicos, derribó estatuas y destruyó de manera sistemática los símbolos de los regímenes previos y de la influencia cultural occidental. Pero cuando los combatientes del Estado Islámico entraron en los bancos locales y encontraron montones de dólares estadounidenses, con las caras de los presidentes americanos y con lemas en inglés que ensalzaban los ideales políticos y religiosos del imperialismo estadounidense, no quemaron los dólares. Los dólares son venerados más allá de religiones, banderas, patrias y culturas. Los dólares son la auténtica bandera internacional.
Te has sonado con la bandera nacional y te están linchando. Por lo visto no puedes sonarte con una bandera porque es una falta de respeto en un momento en el que mucha gente cuelga banderas en los balcones. Como hay una guerra de 'balconing' de esteladas, catalanas, republicanas y españolas, nadie debe hacer broma con el tema. Amigo Dani, la identidad se define más por conflictos y dilemas que por acuerdos. La gente cuelga banderas en los balcones y punto y se acabó y basta.
Los ciudadanos pueden exhibir sus banderas en ventanas y balconcillos hasta que se pudran a la intemperie, pero que nadie se suene los mocos. Los ciudadanos pueden convertir sus domicilios en embajadas abanderadas junto a la ropa interior tendida, pero uno no puede sonarse con la bandera.
Los del Supremo pueden descarrilar bajo la bandera española, pero nadie sonarse con ella.
Tienen razón los que dicen que España sigue aún por hacerse. De un imperio ruinoso surgió un Estado débil y luego vino una nación incompleta. Y aquí estamos con la Generalitat con su neobandera y el Gobierno español con la suya. No hay nada que hacer, ni diálogo posible. Los independentistas piden lo que no les darán, para concitar más victimismo, y el Gobierno de España intenta persuadir a los indepes menos bravíos. Banderas en alto, y más que lo estarán. No podemos sonarnos con las banderas porque se han apropiado de ellas. Los nacionalistas tienen el copyright banderil a uno y otro lado del Ebro. Cuidadito con jugar con los sentimientos de los naciocreyentes cuando llegue el juicio final. Dramático.
Hoy en día ya no dejarían que unos calzoncillos se llamen “Abanderado”, estimado Dani. Estamos en lo de la tribu y el clan. Europa se deshilacha y volvemos a las viejas banderías. Qué putada.
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