Nueva ofensiva de Washington contra el régimen iraní
Trump contra Irán
Las sanciones dañarán la economía iraní, pero el objetivo de Teherán es capear el temporal y esperar el relevo en la Casa Blanca
Ignacio Álvarez-Ossorio
Catedrático de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Complutense de Madrid.
Ignacio Álvarez-Ossorio
Donald Trump ha decidido redoblar su pulso contra el régimen teocrático iraní restaurando las sanciones sobre el país persa. La fecha elegida no podría ser más simbólica, puesto que han entrado en vigor el mismo día que se celebran las elecciones de medio mandato que el presidente estadounidense ha presentado como un referéndum sobre su gestión.
Las sanciones representan un ataque contra la línea de flotación de la economía iraní, puesto que no solo afectan al sector energético, sino también al bancario y comercial. Desde que Trump anunciara en mayo su salida del tratado nuclear entre Irán y el G-5+1, el real iraní ha perdido dos terceras partes de su valor frente al dólar y la inflación se ha disparado hasta el 50%. Las exportaciones de petróleo también han sufrido una notable caída, ya que han pasado de 2,7 a 1,5 millones de barriles diarios.
La situación podría agravarse aún más en el caso de que las sanciones se extiendan a todos los países, bancos o intermediarios que comercien con Irán, tal y como pretende la Administración de Trump. De momento, China y Rusia han señalado que no aceptarán este ultimátum y la UE busca la fórmula para implantar un mecanismo que permita a sus empresas y bancos mantener los intercambios con Irán sin ser sancionados.
Durante la campaña electoral, Trump no se cansó de repetir que el acuerdo nuclear con Irán era "el peor jamás negociado". El pasado mes de mayo, el presidente volvió a insistir en que "si no se hace nada, el mayor patrocinador mundial del terrorismo va a obtener en poco tiempo la más peligrosa de las armas". Estas graves acusaciones han sido desmentidas por la Agencia Internacional de la Energía Atómica, encargada de velar por la aplicación del acuerdo, que ha confirmado que las autoridades iranís han cumplido con sus compromisos y han detenido el enriquecimiento del uranio. De hecho, el resto de los integrantes del G-5+1 siguen apostando por el acuerdo nuclear, ya que consideran que su ruptura provocaría una escalada nuclear en el conjunto de Oriente Próximo de impredecibles consecuencias.
Parece evidente que las sanciones de Trump no solo buscan frenar el programa nuclear, sino también estrangular la economía iraní y provocar el colapso del régimen islámico. De hecho, el secretario de Estado Mike Pompeo ha planteado a Irán una docena de condiciones para levantar las sanciones, entre ellas interrumpir el programa de misiles balísticos, poner fin a su respaldo a Hezbolá y Hamás, desmantelar las milicias armadas chiís en Irak, dejar de interferir en Yemen a través de los hutis o retirar todas las tropas iranís de Siria.
Si bien es cierto que el restablecimiento de las sanciones dañará la economía, también debe tenerse en cuenta que el régimen iraní ha dado en el pasado sobradas muestras de su capacidad de resiliencia manteniéndose a flote a pesar de las adversidades. Una vez más, su objetivo inmediato es capear el temporal y confiar en que Trump no vuelva a revalidar su mandato presidencial dentro de dos años.
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