Rescates con polémica

La sobrerregulación

Pagamos multas por todo, pero de eso a pagar los gastos de nuestras consecuencias al cometer una imprudencia, igual es demasiado

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Imma Sust

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La semana pasada, una pareja de excursionistas de Sabadell decidieron subir el monte Puigpedròs, a pesar de los consejos de los dueños del refugio donde se alojaban. Se avecinaba temporal de lluvia, viento y nieve. Ellos no hicieron caso y se lanzaron a la aventura. 57 y 43 años. No se crean que eran un par de adolescentes.

El tema es que cometieron una clara imprudencia y quedaron atrapados en la Cerdanya, entre Catalunya y Francia. Los dos países sacaron sus dispositivos de salvamento, pero solo los bomberos catalanes están estudiando cobrar a los afectados. En Francia, no se cobran los rescates de montaña nunca. Dicho esto, el debate está abierto.

Muchas son las personas que tienen clarísimo que actuaron de forma irresponsable, que sabían del peligro al cual se enfrentaban y que es por eso que deben pagar los gastos, que no son pocos. Los seres humanos nos pasamos la vida aprendiendo de nuestros errores. Cometemos imprudencias continuamente. Desde fumar tabaco, beber alcohol, mirar el móvil mientras conducimos, bañarnos en el mar con bandera roja o saltarnos el semáforo al cruzar la calle.

Pagamos multas por todo, pero de eso a pagar los gastos de nuestras consecuencias al cometer una imprudencia, igual es demasiado. ¿A cuántos fumadores enfermos de cáncer de pulmón habrá salvado la seguridad social? ¿A cuántas personas se les ha reclamado ese dinero? A ninguna.

Yo pienso más en modo francés. Si pagamos nuestros impuestos es para tener policías, médicos y bomberos que nos salven.  Algunos hablan de regular más las excursiones. Que esté clara la multa del rescate si sales con lluvia o viento fuerte. No es fácil. ¿Van a poner un peaje en la montaña y te harán firmar un papel cada vez que subas si está nublado? ¿No nos estaremos pasando con tanta regulación? No me gusta. No me gusta que me regulen y que me digan lo que tengo y puedo hacer.

La sobrerregulación nos quita libertad. No podemos solo ir y andar por donde nos dicen. Quiero ser responsable de mis actos, tomar mis propias decisiones y coger el camino que más me guste. Sobreprotegemos a la población como aquellos padres que, temiendo tanto por sus hijos, no les dejan hacer absolutamente nada. Si no les importa, a mí no me pongan límites, denme alas para volar. Y si me estrello, pues me salvan, que para eso pago mis impuestos.