Fin de carrera

El adiós de Tricicle

Cuesta despedirse cuando crees que todavía te queda muchísimo público por divertir. Pero el cansancio, los viajes, las interminables horas de espera a que llegue la hora de la función, han ido pesando cada vez más

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Carles Sans

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Siempre me he impuesto a mí mismo una regla a la hora de escribir esta columna: no hablar de mi trabajo. En eso he sido muy puntilloso porque quiero evitar que alguien piense que me valgo de esta columna para promocionar un asunto de mi interés. Así lo he hecho siempre hasta hoy, que de repente me veo con motivos suficientes, con el estreno de 'HITS', de escribir sobre Tricicle. Y es que se nos ha ocurrido, ahora que rozamos los 40 años de trabajo ininterrumpido, la buena o mala idea de acabar nuestra carrera profesional como compañía.

Al final de esta gira despertaremos de un maravilloso sueño que comenzó en un pequeño café teatro de Barcelona y que acabará llenando los teatros de un público agradecido por tantos años de diversión compartida. En estos días, las funciones en Barcelona acaban con el inmenso regalo de un público puesto en pie mientras nos ofrece un caluroso y entrañable aplauso de despedida. Todavía me resisto a escribir “última vez”, pero probablemente así sea para la ciudad que nos vio nacer y que tanto nos ha dado en esos 40 años de trabajo.

Los estrenos siempre suponen el arranque de un proyecto, un camino de futuro, que paradójicamente esta vez adquiere el agridulce sabor de una despedida, sin prisas, eso sí, sin fecha concluyente, pero un adiós que, para los que tenemos una cierta propensión a la nostalgia, da cierta tristeza. Lo bueno de todo esto es ver cómo 40 años después de nuestra primera vez nos despedimos a teatro lleno con el aplauso incondicional del público. “No hay nada mejor”, me decía un amigo, “que retirarse cuando todavía se está arriba”. Y tal vez tenga razón; sin embargo, cuesta mucho despedirse cuando crees que todavía te queda muchísimo público por divertir. Pero el cansancio, los viajes, las interminables horas de espera a que llegue la hora de la función, han ido pesando cada vez más.

Os damos las gracias a todos aquellos que alguna vez os habéis reído con nosotros. Os prometemos que si algún día nos arrepentimos y queremos volver, seréis los primeros en saberlo.