Recuerdo al actor

Canut en Nueva York

De repente, te coges el vuelo tú solo, pasaje de ida, sin retorno, y yo me quedo en tierra con cara de imbécil y ya echándote de menos

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Josep Maria Pou

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Ya estás en Nueva York, Canut. Toda la ciudad para ti, a tus anchas, con todo el tiempo por delante. Pero te has ido solo, cabronazo. Años y años diciéndome: “Pou, en alguno de tus viajes a Nueva York me gustaría ir contigo, si me dejas que te acompañe. Estuve allí una vez, pero solo unas horas, en una escala entre vuelo y vuelo. Me gustaría disfrutarla más, y contigo de guia, de teatro en teatro, sería la hostia”. Y yo siempre la misma respuesta: “Cuando quieras. Me ilusiona tanto o más que a ti. Mañana mismo organizo el viaje”. Pero el trabajo, la familia, nuestras fechas que no coincidían, no encontramos nunca la forma de cerrar billetes. Y ahora, de repente, te coges el vuelo tú solo, pasaje de ida, sin retorno, y yo me quedo en tierra con cara de imbécil y ya echándote de menos. A eso se le llama putada, Canut. Tu partida a solas, ¡qué gran putada!

Pero ya que estás allí, disfruta, Canut, de la ciudad y empáchate de buen teatro, como querías. Acuérdate del “hot pastrami sandwich”. Un banquete por sí solo. Ya sé que te parecerá muy inferior a los embutidos y quesos del Pallars con los que nos alegrabas las meriendas de ensayos y funciones, pero pruébalo y disfrútalo en mi nombre. Ah, por cierto! Dentro de poco debutará allí Glenda Jackson haciendo 'El Rey Lear'. Cuando la veas fíjate especialmente en su escena con Glaucester en los acantilados de Dover y recuerda lo felices que fuimos los dos haciéndola en el Romea. ¡Estabas genial, Canut! Lloraba cada noche de la emoción de hacerla contigo. Y -que suerte tienes, puñetero- en abril estrenarán por ahí un espectáculo sobre Sócrates. Parece que lo hubieran programado todo a propósito para tu llegada. Dime si es mejor o peor que el nuestro, el último que hicimos juntos, con esa escena de la visita en la cárcel que nos ponía a los dos la piel de gallina.

Escribe a menudo. No me dejes sin noticias. O llama desde ese móvil pequeño y antiguo que tanto te gustaba. Llama. “Que (todavía) tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero”.