Pérdida en el teatro
Carles Canut
En la terraza del Lliure de Gràcia me confió su enfermedad. Descansa en paz, perico, que este año vais bien. Hoy nos toca a nosotros llorar
Antes de conocerle ya contaba entre mis amigos con dos Canut Bartra: su hermana Carme, casada entonces con mi hermano Joan Barril, y Enric, probablemente el mayor experto en quesos artesanales de aquí, parte del extranjero y colaborador necesario del primer Dagoll-Dagom, que alguien podría considerar como uno de los grupos pioneros del teatro independiente catalán, pero se equivocaría. Una década antes, allá por el 62, año de la nevada, Carles ya militaba, junto a Mario Gas y otros en GOGO, compañía "experimental" que a lo largo de casi una década desafió a la censura franquista con más de una treintena de montajes sobre textos de grandes autores, muchos de ellos dirigidos por el brillante y olvidadísimo Santiago Sans (no confundir con el cómico).
Actor y subdirector en la América pobre
Si no tuve ocasión de conocer a Carles hasta años más tarde fue debido a que a principios de los 70 decidió largarse a Venezuela, donde fue actor y subdirector de la mítica compañía Rajatabla, a las órdenes del gran Carlos Giménez. Si Josep Maria Flotats siguió el dictado espriuano 'd'anar-se'n nord enllà', Canut prefirió embarcarse hacia la América pobre, desde donde nos llegaba un teatro no tan chic como el parisino, pero sí en enorme sintonía con el día a día de aquel continente. Uno de los espectáculos míticos de la época fue 'La orgía', de Enrique Buenaventura, que cuando llegó aquí no nos pareció gran cosa, tal vez porque aún no sabíamos que cada sociedad suda su propio teatro.
Y en el Festival de Sitges de 1977, dirigido por Ricard Salvat, vimos finalmente al gran Canut protagonizando magistralmente 'Señor presidente', de Miguel Ángel Asturias, como un inolvidable puñetazo en la boca del estómago: una de estas noches de teatro que se te quedan dentro para siempre.
Ya de vuelta y hasta hace cuatro días no solo actuó junto a los más prestigiosos directores y en estrechísima amistad con la empresa Focus y el Teatre Romea ("He hecho una docena de montajes con Calixto Bieito y aún sigo vivo"), sino que su presencia en el programa 'Vostè jutja', de Joaquim Maria Puyal, dando vida a Rafeques -un Maigret de Gerri de la Sal- le convirtió en padre de una criatura virtual tan marcada a fuego en el imaginario popular como el Senyor Casamajor de Xavier Sardà.
Paseando hace años con un dramaturgo latinoamericano por la plaza de la Catedral nos topamos cara a cara con Carles. Se miraron, se echaron uno en brazos del otro y Canut rompió a llorar, inconteniblemente, como un niño grandote y barbudo: demasiadas cosas vividas juntos a muchos años y 7.500 kilómetros de distancia.
La última vez que nos vimos fue en la terraza del Lliure de Gràcia. Con un vaso de agua en la mano me confió su enfermedad. Descansa en paz, perico, que este año vais bien. Hoy nos toca a nosotros llorar.
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