El currículo de los cargos públicos

¿Por qué van locos con los másteres?

La guerra de los títulos académicos tiene más que ver con el sistema político que con el sistema universitario

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Albert Sáez

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La desfachatez de ciertos políticos españoles cuando se arrastran por el barro es increíble. Los padres de la patria que regulan el acceso, la organización interna y los requisitos de las titulaciones universitarias -que recordemos se emiten en nombre del Rey tanto en los centros públicos como en los privados- son capaces de cargarse su propia criatura por unas décimas... en las encuestas. La llamada 'guerra de los másteres' -la terminología bélica no asusta a nadie sino sale del tuit de un independentista- tiene unos recovecos que tienen más que ver con el sistema político que con el sistema universitario.

Para empezar hay que aclarar que en España hay dos tipos de mástereslos títulos propios que emiten las universidades dentro de lo que se llama los programas de formación continua orientados al reciclaje de los graduados años después de abandonar las aulas y los mal llamados másteres oficiales que son en realidad másteres universitarios. Los primeros existen desde los años 80 y los segundos llegaron con Bolonia. Cuando se aprobaron, algunos ya advertimos que la equiparación del nombre induciría a confusiones. Ninguno de los casos denunciados hasta ahora hace referencia a un máster universitario aunque alguna periodista proclame sin rubor en una radio pública que lo que está pasando es consecuencia de la implantación de Bolonia que obliga a todo el mundo a hacer un máster a precios desorbitados para obtener la misma titulación que antes se obtenía con la licenciatura. No es el caso ni de Cifuentes, ni de Casado ni de Montón que todos cursaron un máster que era título propio de la Universidad Rey Juan Carlos y concretamente todos en el mismo instituto.

Antes de mancillar el nombre de todos los másteres y de todas las universidades, políticos y periodistas deberían aplicar más rigor. Es una necedad que estén dando más credibilidad a los programas informáticos de control de plagios que a los tribunales que se constituyen de acuerdo con las normas que ellos mismos elaboran y controlan. Si están convencidos de todo lo que dicen, deberían sustituir los tribunales de doctorado y de máster por una aplicación antiplagio

Lo que está pasando no tiene nada que ver ni con la endogamia universitaria ni con su falta de transparencia. Tiene que ver con los mecanismos de entrada y salida de la política. Observen con atención las biografías de Cifuentes, Casado y Montón. Los tres proceden de las juventudes de sus respectivos partidos. Hacían vida de aparato mientras sus compañeros estudiaban. Los tres empezaron a ocupar cargos públicos -normalmente de libre designación- poco antes de acabar su grado o su licenciatura. Los tres han medrado por su destrezas en la vida interna de los partidos, con todos sus vicios. Y los tres cursaron un máster mientras ejercían cargos públicos. ¿Por qué? Pues, simplemente, por miedo, al triunfo o al fracaso. Ellos sabían, como saben sus compañeros, que si un día aspiraban a conseguir un cargo de primer nivel -que habrían logrado por su dominio de los resortes internos de poder- necesitarían blanquear una biografía en la que solo habría un grado y muchos cargos de partido o de libre designación. Los másteres les servían para esconder que el sistema político en España no es meritocrático sino clientelista.

Currículos repleto de cargos a dedo

Pero ellos también sabían que si en algún momento caían en desgracia y eran expulsados de la primera línea por equivocarse de bando en alguna conspiración, su currículo no les ayudaría a encontrar trabajo si solo estaba repleto de cargos a dedoNecesitaban méritos y una cierta acreditación. Fíjense que la mayoría de titulaciones que daba la Rey Juan Carlos se referían a la "gestión pública", buscando homologar la experiencia política como experiencia laboral. Y, normalmente, se titulaban como expertos en las materias que habían dirigido políticamente. Posiblemente en España no se valora la experiencia laboral en las administraciones como en otros países por el modo como se entra en la política. Entrada y salida están conectadas.

De manera que muchos de nuestros políticos han ido locos por los másteres sin que ello tenga nada que ver con Bolonia. Han buscado blanquear su entrada y su salida de la política aunque para ello se hayan cargado una institución como la universidad que tienen la obligación de proteger. Lo paradójico es que el detonante de esta parodia sea alguien como Albert Rivera cuyo principal mérito para estar radica en la liga de debate universitario donde la prueba final obliga a defender una idea y su contraria con media hora de diferencia. Ganó por goleada.